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​Patología en acuicultura

 

Terapia y profilaxis en ictiopatología

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1. Introducción

 

Las grandes concentraciones de animales, y de igual modo de peces, son de un gran interés para veterinarios y zootécnicos: en efecto, existen grandes posibilidades de que se manifiesten infecciones y enfermedades, y al mismo tiempo existe también la posibilidad de controlarlas y de intervenir terapéuticamente.

 

En patología de peces prevalece la patología de la colectividad, es decir, una enfermedad provocada o favorecida por el elevado número de sujetos presentes, típico de la cría intensiva, hasta el punto de poder hablar de tecnopatias propiamente dichas y de tecnopatias condicionadas. Además, el pez, viviendo en el agua, se halla en un ambiente de difícil valoración, y por lo tanto a veces los problemas patológicos se deben a una mala gestión ambiental.

 

Una terapia individual, o sea, dirigida a un único pez enfermo en un grupo sano, es normalmente impensable en los cultivos. Generalmente se efectúa un tratamiento de grupo, que, según los objetivos que queramos obtener, podrá ser:

 

  • Tratamiento individual: tratamiento de algunos o de todos los sujetos de un pequeño grupo, entre los cuales se puede escoger la dosis según el peso, la condición fisiológica, la gravedad de la enfermedad, etc. (ejemplo, inducción hormonal de los reproductores de la carpa).

  • Tratamiento de grupo: todo el grupo de peces es tratado suministrándole el medicamento en el agua o en el alimento.

 

La posología para cada animal es incierta, es más, ni siquiera se puede saber si todos los animales son tratados (tratamiento con antibióticos en la alimentación de las truchas con boca roja).

 

  • Tratamiento preventivo: administración de un medicamento a un grupo de animales no enfermos cuando se considera que la enfermedad está en período de incubación.

 

Las terapias de grupo y preventiva se usan ampliamente en la práctica, sobre todo con antibióticos y antiparasitarios. A propósito de esto es importante precisar algunos conceptos.

 

2. Aspectos generales de la terapia y profilaxis en ictiopatologia

 

Características del medicamento: No todos los medicamentos pueden ser utilizados en los tratamientos de grupo por los siguientes motivos:

 

  • Farmacocinética en relación al modo de administración: en efecto, no es posible tratar una infección generalizada suministrando un medicamento en el agua o en los alimentos, si éste no es absorbido.

  • Farmacodinámica: es necesario utilizar medicamentos muy eficaces, porque la posología es siempre poco exacta.

  • Posibilidad de administración en el agua (hidrosolubilidad) o en los alimentos sólidos (posibilidad de mezcla).

  • Sabor: no todos los fármacos son aceptados por los peces en los alimentos (furazolidona).

  • Posibilidad de asociación con otros medicamentos o productos químicos esenciales para la cría (vitaminas, oligoelementos, etc.).

 

Características de los grupos de animales. Deben tomarse en consideración los siguientes elementos:

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  • Uniformidad de los animales en relación a la posología del medicamento y de la alimentación.

  • En los animales enfermos se dan modificaciones de la farrnacocinética; por ejemplo, la epidermis con lesiones absorbe mayores cantidades de medicamento; en la enteritis existe una mayor velocidad de paso de los alimentos y de los medicamentos.

  • Si se aplica un tratamiento a un grupo de animales y es necesario tratarlos durante varios días, pueden aparecer alteraciones a causa de un tratamiento prolongado.

 

Características de las tecnologías de cría. Existen limitaciones respecto a los siguientes factores:

 

  • Momento en que es posible tratar a los animales.

  • Modalidades de administración en relación a la alimentación y al ambiente.

  • Perjuicios económicos causados por la ausencia de transformación durante el período de tratamiento.

 

Las ventajas están relacionadas con la facilidad de ejecución.

 

Características en relación a la enfermedad. Existen ventajas en relación a:

 

  • Tratamiento de todos los animales al mismo tiempo.

  • Tratamiento de los animales con infecciones sin síntomas o en fase preclinica. En estos casos existe una gran posibilidad de curación sin pérdidas económicas.

  • Tratamiento temporal de animales con antibióticos o quimioterápicos que no sean absorbibles. Sin que se produzcan daños en la salud de los animales, se hace posible reducir una infección en el momento de su entrada en el organismo.​

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Características en relación a la higiene. Los tratamientos de los grupos de animales deberían respetar las normas de higiene. Hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:

 

  • Los residuos de los medicamentos y sus metabolitos en las carnes.

  • La selección de las bacterias resistentes a los antibióticos y a los quimioterápicos. El problema es muy importante porque se ha demostrado que existe transmisión de las resistencias a antibióticos de una bacteria a otra. Es posible, pues, que una bacteria no virulenta, después de haberse hecho resistente al antibiótico, pueda transmitir esa resistencia a una bacteria virulenta. Por otra parte, la resistencia a los antibióticos de tipo transmisible es, a menudo, múltiple, es decir, que afecta a. varios medicamentos al mismo tiempo.

 

Problemas relativos a las asociaciones de antibióticos. A menudo, los criadores y los veterinarios prácticos hacen uso de varios antibióticos asociados para aumentar la eficacia del tratamiento y para prevenir eventuales insuficiencias en el diagnóstico. Sobre las asociaciones de los antibióticos en el tratamiento de grupo y sobre la fármaco-resistencia se hablará más adelante.

 

Las dificultades de gestión de los cultivos intensivos están en la base de la gran abundancia de condiciones patológicas. En efecto, existe una gran variedad de patologías en relación a la especie de los animales, a la especie y cepa del agente patológico y de las asociaciones de causas, a las dimensiones de los viveros, a la alimentación, al estado higiénico, etc. Por ello es necesario elegir un tratamiento para cada tipo de cultivo, es decir, una estrategia.

 

Para crear una estrategia eficaz para combatir una enfermedad en un tipo de cultivo, es necesario conocer y tener en cuenta:

 

  • El nivel higiénico.

  • El nivel cultural del personal que trabaja en el vivero.

  • La situación tecnológica y ambiental.

  • La alimentación.

 

Al mismo tiempo hay que establecer, o al menos conocer con elevada probabilidad de acierto, la etiología completa de la enfermedad y, en caso de una infección o enfermedad parasitaria, el momento de aparición y sus modalidades de difusión. En cualquier caso hay que seguir la norma: más higiene y menos fármacos. Además, se debe establecer si tiene que ser tratado todo el grupo o solamente una parte. A veces es más conveniente matar y eliminar a los animales enfermos en lugar de curarlos. En caso de una enfermedad infecciosa., a menudo es necesario identificar los animales enfermos y realizar con ellos estudios clínicos y de laboratorio con el fin de obtener un diagnóstico completo y preciso. Luego hay que separar los animales del siguiente modo:

 

  • Animales enfermos: tratamiento de grupo de tipo terapéutico.

  • Animales sanos en los que, sin embargo, es posible la aparición de las enfermedades: tratamiento de tipo profiláctico.

 

Seria de desear que hubiera tres categorías de fármacos: para la profilaxis, para la terapia de grupo de los animales y para la terapia individual en el hombre. En cualquier caso los problemas relativos a los residuos de los medicamentos en la carne se deben considerar con atención. Hay que prever tratamientos poco prolongados, y a ser posible utilizar medicamentos que no contengan metabolitos y que sean eliminados por el organismo en pocas horas o máxime unos pocos días.

 

El examen de la situación relativa a la cría intensiva y a su terapia conduce a las siguientes conclusiones: los tratamientos terapéuticos, hoy en día, son indispensables en la cría, porque sirven para frenar la mortalidad causada por las enfermedades. Es posible, sin embargo, y deseable, que con una. mejora de las técnicas de gestión, de la alimentación y de la resistencia genética, se pueda reducir, si no suprimir, el uso de los fármacos. Actualmente, con un buen conocimiento de la cría, de las enfermedades y de los fármacos es posible obtener resultados discretos, ya que se puede tratar la enfermedad desde su inicio, y por tanto obtener también buenos resultados económicos.

 

Es necesario llevar a cabo una «estrategia» concreta y total contra la enfermedad. En la estrategia, los medicamentos son sólo un medio, y hay que seguir siempre la norma.: «más higiene y menos fármacos». Debemos conocer el sector del grupo en el que es necesario utili7sr los fármacos en función de su acción terapéutica sobre el animal o sobre los grupos de animales, o de su acción profiláctica. Hay, pues, que distinguir según el uso (terapéutico o profiláctico) y entre los antibióticos; aquéllos utilizados en los animales o en el hombre. Todo ello con el fin de reducir los peligros de la resistencia al antibiótico, sobre todo de tipo transmisible. Entre las normas higiénicas es necesario considerar la contaminación del ambiente, causada por los fármacos y, sobre todo, por los antibióticos.

 

En el futuro de la farmacología veterinaria y para la farmacoterapia de la cría intensiva es necesario buscar nuevos fármacos distintos de los utilizados en el hombre. Además, haría falta establecer la »utilidad» del medicamento o del tratamiento respecto a las normas higiénicas para dar afectividad a la norma ya citada: «más higiene y menos fármacos.» En la medicina veterinaria tenemos el ejemplo de la tuberculosis bovina, que fue erradicada con la higiene y no con la quimioterapia. La terapia de la cría intensiva de peces es complicada y difícil. Está estrechamente unida a la. clínica, y la clínica de este tipo de cultivos es mal conocida. En cualquier caso, es necesario consultar a un especialista capaz de aplicar una terapia eficaz y segura, porque, en el individuo y en la cría, la terapia y la clínica van siempre muy unidas.

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3. Consideraciones generales sobre farmacología

 

Se considera fármaco toda sustancia capaz de determinar variaciones funcionales en organismos vivientes; el conjunto de estas variaciones se define como acción farmacológica Esta se realiza por la interferencia entre las actividades químicas o físicas del fármaco y las propias de las células del órgano con el cual el fármaco se ha puesto en contacto. El resultado de esta interferencia no determina nunca la posibilidad, por parte del órgano, de desarrollar una nueva función, sino que sólo es capaz de aumentar o disminuir una función que ya anteriormente podía haber llevado a cabo.

 

La acción farmacológica, por lo tanto, sólo puede modificar la intensidad o la cantidad de una función, ya sea aumentándola (acción estimulante), ya sea disminuyéndola (acción debilitante), pero nunca puede transformar el tipo o la cualidad de la función misma. El órgano, el tejido o el grupo celular en que se realiza la interferencia entre las propiedades del fármaco y la del organismo se denomina sede o blanco de la acción

 

Las acciones farmacológicas pueden ser reversibles cuando, alejado o destruido el fármaco, la acción cesa y la función vuelve a sus condiciones originales, pero son irreversibles cuando las modificaciones introducidas por el fármaco son duraderas.

 

Las acciones farmacológicas pueden ser locales cuando se manifiestan solamente en el punto de la aplicación; son generales cuando se pueden observar en todo el organismo o en su mayor parte. La condición esencial para que se verifique este último tipo de acción es que el fármaco sea absorbido, es decir, que pase del punto de aplicación a la sangre. La absorción de un fármaco es principalmente un fenómeno de difusión pasiva a través de membranas biológicas y, por consiguiente, depende sustancialmente de su grado de solubilidad en los lípidos de las mismas membranas. La absorción del fármaco depende, pues, de su lipofilia (expresada como coeficiente de repartición lípidos/agua) y de su grado de ionización (pH del ambiente), siendo la cuota no ionizada la liposoluble, y por lo tanto más fácilmente absorbible. Estos conceptos sirven para todas las vías de administración, pero sobre todo para la vía oral, que es la más utilizada en los peces.

 

Así pues, desde un punto de vista práctico, los fármacos suministrables por vía oral han de presentar características bien precisas: ser suficientemente liposolubles por los motivos citados anteriormente, ser resistentes al ácido para resistir la degradación del pH ácido de los jugos gástricos, no ser complejos, es decir que los fármacos no deben formar conjuntos insolubles con sustancias presentes en la zona gastrointestinal que imposibilitarían la absorción del fármaco (por ejemplo, oxitetraciclina con iones de calcio). Otras vías de administración usadas a veces en el control de las enfermedades de los peces son la intracelomática, intramuscular y perbranquial. En los dos primeros casos la absorción es a menudo extremadamente rápida y depende de la hidrosolubilidad del fármaco; en el tercer caso la absorción depende de la dimensión de las moléculas del producto activo y disminuye con el aumento de volumen de éstas.​​

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Una vez absorbidos, los fármacos se difunden, a través del torrente circulatorio, por las diversas partes del organismo (fase de distribución). Este transporte se realiza, ya sea en solución (cota libre), ya sea unido a las proteínas del suero (cota limitada). La seroproteína que interviene en este fenómeno por su elevada presencia porcentual es la albúmina; de menor importancia son las globulinas. Hay que subrayar que sólo la fracción libre se puede difundir en los tejidos, y es pues ésta la activa desde un punto de vista terapéutico. La fracción libre y la fracción limitada se mantienen en equilibrio en el ambiente hemático, equilibrio que desaparece a medida que la fracción libre pasa a través de las membranas. Este paso puede realizarse a través de un simple proceso de difusión, regulado por el gradiente de difusión existente a ambos lados de la membrana, siguiendo las leyes de la ósmosis, pero normalmente se trata de un transporte activo a través de una bomba biológica capaz de trabajar incluso en oposición al gradiente de difusión osmótica, a través de «transportadores» presentes en las membranas celulares. Este es uno de los factores (junto a la diversa solubilidad, la velocidad de circulación de la sangre, la permeabilidad capilar, etc.) que determinan la acumulación de ciertos fármacos en algunas células con concentraciones mucho mayores con respecto a las de la sangre o a las de células de otros órganos. Este fenómeno se denomina ORGANOTROPISMO, y es ciertamente el factor más Importante en el condicionamiento de la eficacia de un fármaco. De todos modos, especialmente en el campo de la ictiopatologia, es poco conocido, sobre todo por la dificultad de indagación de los fenómenos biológicos que influyen en la repartición de los fármacos en sujetos sanos y enfermos.

Los fármacos, en cualquier caso, actúan como elementos perturbadores de los equilibrios internos del organismo, que reacciona intentando transformarlos en sustancias distintas y más compatibles con las propias estructuras, o eliminarlos.

 

En primer caso, es el de la metabolización de los fármacos. Este proceso puede darse ya. durante la fase de absorción o en el torrente circulatorio, pero su sede electiva es la célula hepática. Las transformaciones a que son sometidos los fármacos en el organismo se deben en su menor parte a reacciones bioquímicas genéricas (pH, sales, sistemas tampón), pero, sobre todo, a actividades enzimáticas. Existe un número relativamente modesto de enzimas no especificas que actúan sobre diversas moléculas, teniendo a menudo en común solamente la fracción química que debe ser transformada Ahora bien, puesto que el patrimonio enzimático es más bien variable de especie a especie, y también individualmente en el ámbito de una misma especie, el tiempo y la entidad de la metabolización de un mismo fármaco son asimismo variables, permaneciendo sustancialmente Igual el mecanismo de acción. Las principales vías de metabolización de los fármacos son:

 

a) Oxidación: es la más común y puede producirse por adición de un elemento electronegativo como el oxigeno, o por sustracción de un elemento electropositivo como el hidrógeno. Una reacción de este tipo se da principalmente en el hígado a causa de enzimas microsomáticos que utilizan TPNH (trifosfopiridina-nucleótido reducido) y oxigeno.

 

b) Reducción: puede producirse por sustracción de oxigeno o por adición de hidrógeno (hidrogenación). Para muchas sustancias este proceso procede a la conjugación.

 

c) Conjugación; es un proceso de síntesis entre el fármaco y radicales químicos presentes en el organismo, que lleva a la formación de nuevas moléculas, quizá más complejas que las originales. Nos limitamos a indicar tan sólo la denominación de algunas de las principales reacciones de conjugación, considerando inútil una profundización de tal argumento en un capitulo tratado de modo tan general. Son: acetilación, metilación, conjugación con ácido glucurónico, conjugación con ácido sulfúrico, conjugación con glicina, conjugación con cisteína.

 

d) Escisión: es un proceso de ruptura de la molécula del fármaco, producido por enzimas o a través de procesos bioquímicos, que lleva a la formación de moléculas más simples, menos tóxicas y más fácilmente eliminables.

 

Resumiendo, pues, los procesos metabólicos, podemos decir que, en general, determinan una reducción o una pérdida de la actividad antibacteriana (ej. conjugación del cloramfenicol con ácido glucurónico a nivel hepático, con formación de un producto desactivado y de lenta eliminación). En sujetos debilitados, en los cuales la actividad enzimática está reducida, el tiempo de metabolización es mayor, y en consecuencia, si, por un lado, la actividad antibacteriana del fármaco resulta mayor, lo es también su actividad tóxica, particularmente en las células hepáticas. Cuando un fármaco ha sido absorbido y ha completado el círculo, comienza casi al acto el proceso de eliminación. En general, todos los fármacos son eliminados completamente del organismo en un tiempo más o menos largo según sus características físicas o químicas. Sin embargo, existen excepciones representa/1ns por aquellas que el organismo transforma y fija en compuestos que difícilmente son eliminados durante la vida del pez. El ejemplo más característico son las sales de los metales pesados. Haciendo especial mención de los quimioterápicos, podemos afirmar que son eliminados del organismo en tres modos posibles: por vía renal, por vía extrarenal (hepática, intestinal, etc.), por la asociación de ambas vías.

 

Dejando de lado los complejos mecanismos de excreción de los diversos fármacos, queremos recordar solamente algunos conceptos de terapia en función del tiempo de excreción del fármaco. El efecto terapéutico más intenso se produce cuando la concentración en sangre es máxima, por lo tanto en el período que va del momento de máxima absorción al momento de máxima eliminación Por tanto, si la absorción y la eliminación son rápidas, el efecto será intenso, pero de breve duración Si la absorción es lenta y la eliminación rápida, el efecto farmacológico puede no presentarse, en cuanto que la sustancia no consigue alcanzar suficientes concentraciones. Si la absorción y la eliminación son lentas, la acción farmacológica resulta a su vez lenta y poco eficaz. La situación óptima se produce cuando la absorción es rápida y la eliminación lenta; la acción farmacológica determinada es intensa y persistente en el tiempo. Pero resulta evidente que una terapia incorrecta (por ejemplo, excesivamente repetida) puede llevar a fenómenos de acumulación con hechos tóxicos unidos sobre todo a los órganos encargados de la eliminación de aquellos fármacos.

 

Algunos ejemplos de terapia Incorrecta pueden obtenerse a partir de las consideraciones sobre la interacción de fármacos. Suministrando al mismo tiempo o con breve distancia temporal dos o más fármacos, se pueden verificar diversas eventualidades en función de las propiedades químico-físicas de las sustancias que han entrado en contacto.

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La más simple de todas ellas es la INDIFERENCIA. Se verifica cuando los fármacos suministrados actúan sobre órganos o sobre aparatos distintos y no relacionados funcionalmente entre sí. Por ejemplo, en el tratamiento de una septicemia en reproductores por vía intracelomática, seguido inmediatamente de un baño de verde malaquita para desinfectar las lesiones provocadas eventualmente por la manipulación En este caso el antibiótico tendrá su efecto sistémico (al que podemos dar un valor arbitrario de 10) y el verde malaquita tendrá su efecto desinfectante (al que podemos dar el valor arbitrario de 8), sin que los dos efectos pueden ser relacionados en ningún modo. Mucho más complejo es el fenómeno de la INTERFERENCIA, que se verifica cuando los fármacos suministrados actúan sobre un mismo órgano o sobre órganos íntimamente relacionados funcionalmente. En este caso tendremos diversas posibilidades:

 

a) Sinergismo con adición completa: cuando la acción final se conoce gracias a la suma de las acciones particulares desarrolladas por los dos fármacos (manteniendo los mismos valores arbitrarios utilizados más arriba, obtendremos 18).

 

b) Sinergismo con adición parcial: la acción final es menor a la suma de las acciones particulares desarrolladas por los fármacos cuando se suministran individualmente (manteniendo los mismos valores utilizados anteriormente tendremos, por ejemplo, 14).

 

e) Sinergismo con potenciación, donde la acción final es mayor a la suma de las acciones particulares de los fármacos si se han suministrado individualmente (manteniendo los mismos valores arbitrarios de antes tendremos, por ejemplo, 21).

 

d) Antagonismo: cuando las acciones desarrolladas por dos fármacos se oponen la una a la otra, de modo que una contrarresta más o menos completamente la acción de la otra (manteniendo los mismos valores arbitrarios utilizados precedentemente tendremos, por ejemplo, O).

 

No se debe confundir este último caso con el fenómeno del antídoto, en el cual interfieren dos sustancias con reducción o anulación de sus mismas acciones farmacológicas, mientras en el caso precedente se contraponía una acción a otra de tipo opuesto.

 

4. Antisépticos y desinfectantes

 

Antisépticos y desinfectantes son sustancias utilizarlas respectivamente para disminuir y eliminar el número de patógenos del ambiente. La diferencia entre los dos grupos está en función de la concentración de uso. En cuanto los productos de base, y por ello también el mecanismo de acción, son a menudo los mismos. La característica fundamental de esas sustancias es que desarrollan su acción desinfectante en todas las células vivientes con las que están en contacto, ya sean bacterias, parásitos o pertenecientes a organismos superiores como los peces. El resultado terapéutico deriva, pues, de su uso en relación a una concentración y un tiempo bien definidos, tales que sean eficaces sobre el patógeno, pero sin determinar graves repercusiones en el receptor. Estos productos son ampliamente utilizados en acuicultura, ya sea para terapias específicas, ya como profilaxis rutinaria para disminuir la carga patógena ambiental.

 

Los mecanismos fundamentales de acción con los que desarrollan su actividad antisépticos y desinfectantes pueden ser reducidos a tres: liberación de oxígeno, alteraciones celulares y alteraciones del equilibrio osmótico.

 

a) Liberación de oxigeno: el oxigeno liberado en grandes cantidades desarrolla una acción oxidante muy fuerte, hasta el punto de determinar la carbonización del material con el que esta en contacto. Algunas de las sustancias que determinan este tipo de actividad son el permanganato de potasio y el peróxido de hidrógeno (agua oxigenada). Su acción es de duración muy breve de olor muy intenso y se usa especialmente contra virus y bacterias poco sensibles frente a la actividad de los antibióticos.

 

b) Alteraciones celulares: algunas sales de metales pesados (cobre, zinc, mercurio, etc.) se unen a componentes citoplasmáticos alterando su composición: resulta de ello la formación de productos aberrantes, a veces incompatibles con la vida celular. Otras sustancias, ácidos y álcalis fuertes, destruyen el componente proteico de las paredes celulares. Otros como los fenoles determinan la desnaturalización de las proteínas celulares (de membrana y citoplasmáticas).

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c) Alteraciones del equilibrio osmótico. Todos los organismos, ya vivan en el agua o en el aire, están sometidos a una cierta presión determinada por el ambiente.

 

Esta presión debe ser contrarrestada por una presión igual y contraria ejercida por el citoplasma de las células de los organismos que viven en aquel ambiente. Se realiza un enorme esfuerzo metabólico para mantener este equilibrio, puesto que la tendencia natural ante la penetración del agua en las células está contrarrestada por su bombeo hacia el exterior. Este concepto es generalmente válido para todos los animales. Los peces marinos viven efectivamente en un ambiente con una concentración de sales superior a la de su propio organismo, y en consecuencia los líquidos celulares tienden a salir, y, para evitar la deshidratación, se produce el continuo bombeo de agua en las células. La consecuencia de la ruptura del mecanismo de osmoregulación es pues la deshidratación celular. Al contrario, los peces de agua dulce siguen la regla general citada más arriba., puesto que viven en un ambiente con una concentración de sales inferior a la de su propio organismo, y así el movimiento natural de los líquidos va del exterior al interior de las células. El equilibrio osmótico se mantiene bombeando hacia afuera agua que se elimina con la orina (un pez de agua dulce produce un volumen de orina igual a más de 10 veces el producido por un pez de agua salada). Algunas sustancias determinan la inactivación de estas bombas, lo que comporta, según los ambientes, la deshidratación o el hinchamiento de las células hasta su muerte por la disolución continuada de la pared La sustancia más conocida que presenta este mecanismo de acción es el formo], que se utiliza en acuicultura más como antiparasitario que como desinfectante.

 

Los detergentes se consideran un grupo aparte entre los desinfectantes. Su acción se puede identificar sustancialmente a la del grupo que provoca lesiones en la membrana celular, pero, además, los detergentes determinan también la separación de las células gracias a su actividad en el espacio intersticial, facilitando la eliminación de los tejidos muertos.

 

5. Quimioterápicos

 

Se definen como quimioterápicos aquellas sustancias capaces de inhibir la multiplicación de las bacterias sin determinar lesiones en los tejidos de los organismos superiores (a diferencia de los antisépticos y desinfectantes que son nocivos para todas las células con las que están en contacto).

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En el pasado, los productos con las características anteriormente citadas, obtenidos por síntesis, eran definidos como quimioterápicos, mientras que se definían como antibióticos los obtenidos de extracciones de vegetales o sustancias antimicrobianas naturales. Actualmente, ya sea porque la distinción es sólo formal, ya sea porque muchos productos, antes derivados de extracciones, se preparan hoy en día por síntesis es preferible abandonar esta distinción hablando indiferentemente de quimioterápicos o de antibióticos.

 

Los quimioterápicos tienen diversos efectos sobre los microorganismos. Raramente determinan la muerte de las bacterias (efecto bactericida) más a menudo inhiben su reproducción sin llevarlas a la muerte, y la inhibición desaparece si se aleja el medicamento (efecto bacteriostático). Resulta evidente que el mayor efecto se desarrolla en los microorganismos en fase de multiplicación logarítmica y, por tanto, ha de transcurrir cierto período de tiempo para que el hospedador los elimine. Efectivamente, las defensas del hospedador son las que determinan la verdadera muerte de los patógenos, los quimioterápicos sólo ayudan reduciendo la multiplicación y, por tanto, disminuyendo la carga infecciosa general.

 

Genéricamente el efecto bactericida debe relacionarse con un daño irreparable al nivel del DNA o membrana celular del patógeno, mientras que el efecto bacteriostático representa un obstáculo o inhibición de las actividades enzimáticas y puede llegar a bactericida sólo en concentraciones muy elevadas. Tal inhibición es la consecuencia de la interferencia en la producción de macromoléculas (ácidos nucleicos y proteínas) esenciales para la reproducción de las bacterias. Los fármacos, según sus propiedades, intervienen en diferentes niveles de la fase de síntesis de macromoléculas.

 

Veamos ahora las fases en que actúan algunos de los quimioterápicos más usados en la terapia de las enfermedades bacterianas en los peces (fig. 1).

 

a) Bloqueadores directos de la síntesis proteica: vasto grupo al que pertenecen el cloramfenicol y la tetraciclina El bloqueo de la síntesis proteica se produce al nivel ribosomal, donde los antibióticos se fijan respectivamente en las subunidades 50 S y 30 S de los ribosomas que impiden, por tanto, mecánicamente la continuación de la formación de las cadenas.

 

b) Desviadores de la traducción del mensaje genético; en este grupo encontramos estreptomicina, kanamicina, neomicina, aminosidina, etc. Estos fármacos se fijan también en las subunidades 30 S del ribosoma, pero su actividad se desarrolla determinando una lectura equivocada del mensaje del ARNt. Estos, por tanto, no bloquean las producciones de proteínas, como en el caso precedente, sino que determinan la producción de proteínas aberrantes, a veces letales, y en cualquier caso inutilizables por la bacteria.

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Fig. 1 . Procesos en que diferentes antibióticos impiden la síntesis de macromoléculas (ADN y proteínas) en las bacterias

c) Bloqueadores de la formación de las paredes celulares. entre éstos, la bacitracina y el grupo de las penicilinas. El hecho de que la formación de las paredes celulares sea parcialmente inhibida, lleva a la formación de bacterias que resultan extremadamente frágiles y que lisan espontáneamente o son presa fácil de las defensas orgánicas normales del receptor.

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d) Inhibidores de la síntesis del ADN bacteriano: mediante un mecanismo sustitutivo se inhibe la duplicación al nivel de la relación de los nucleótidos purinicos; es caracteristico del grupo de las quinolonas al que pertenece la flumicina.

 

e) Mecanismo de antagonismo competitivo: es ciertamente el grupo más importante y a él pertenecen: las sulfamidas y el trimetoprim. Muchos cultivos bacterianos necesitan, para desarrollarse, de la presencia de una sustancia: el PABA (ácido p-aminobenzoico). Este es necesario para la síntesis del ácido fólico, que a su vez es componente de coenzimas necesarias para la reproducción celular bacteriana. Las sulfamidas presentan una estructura química muy similar a la del FABA (fig. 2), y por tanto pueden sustituirlo, llevando a la formación de un ácido fólico no funcional.

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Resulta evidente que sólo las bacterias que deben sintetizar el ácido fálico son sensibles a las sulfamidas, mientras que las que pueden utilizarlo ya sintetizado son insensibles a él.

La sulfanilamida ha sido la primera sulfamida aislada de probada actividad terapéutica. Sucesivamente se han realizado numerosas investigaciones para encontrar otros productos más eficaces y menos tóxicos, y se ha verificado que las sustituciones en la fracción amídica con radicales heterociclicos acrecentan la actividad de los compuestos. Dejando a un lado las fórmulas de estructura de las numerosas sulfamidas aisladas, daremos sólo el ejemplo de la sulfameracina, producto ampliamente usado en acuicultura (fig. 2).

También el trimetoprim (fig. 2) interfiere en la síntesis del ácido fálico, pero a un nivel distinto, bloqueando reversiblemente la acción de una enzima necesaria para la transformación del ácido dihidrofólico en ácido tetrahidrofólico. Por este mismo motivo la asociación de sulfamidas o trimetoprim determina una potenciación de la eficacia del producto final, puesto que acolan a diferentes niveles de actividad.

 

Resistencia a los antibióticos

 

La resistencia a antibióticos es aquel fenómeno por el cual algunos cultivos bacterianos, inicialmente sensibles a un determinado antibiótico, se vuelven insensibles a él en un tiempo más o menos largo, y por tanto, pueden multiplicarse incluso en su presencia. La velocidad con la que se instaura la resistencia a un antibiótico varia mucho de fármaco a fármaco. Genéricamente se distinguen dos tipos de resistencias: la estreptomicinica y la penicilinica.

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  • Tipo estreptomicinico: se desarrolla con gran rapidez, de manera irregular e imprevisible. Se explica como el resultado de la selección de cultivos resistentes por naturaleza a la acción del antibiótico.

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Fig. 2. Estructura del ácido paraaminobenzoico y análogos (sulfanilamida, sulfameracina y trimetoprim).

Durante la fase de la reproducción bacteriana se producen siempre fenómenos de mutación espontánea, la mayoría de las veces aberrantes y no viables. Una de estas mutaciones podría hacer que la bacteria fuese resistente al fármaco, el cual matarla así a todos los individuos normales, pero no al mutado. Esta, rápidamente, se seguiría reproduciendo, manteniendo las características de resistencia incluso en las generaciones venideras, dando origen a cultivos resistentes.

  • Tipo penicilinico: se desarrolla lenta y progresivamente, y se cree que es la expresión de una auténtica adaptación de las bacterias a los fármacos. Esta adaptación seria transmisible hereditariamente, dando origen, también en este caso, a cultivos resistentes al fármaco.

 

Los mecanismos que permiten que las bacterias resistan a la acción de los quimioterápicos son cinco (fig. 3):

 

  1. Inactivación extracelular de los antibióticos: las bacterias producen unas enzimas que atacan al antibiótico antes de que pueda ejercer su acción (ej. estreptococos productores de penicilinasa que destruyen la penicilina).

  2. Inactivación intracelular de los antibióticos: análogo al precedente, pero las enzimas atacan al antibiótico cuando apenas ha penetrado en la célula (ej. acetil-transferasa que ataca al clorarnfenicol).

  3. Disminución de la penetración del antibiótico en la célula bacteriana: alteración del sistema de transporte activo especifico de los fármacos del exterior al interior de la célula bacteriana (ej. tetraciclina).

  4. Concentración aumentada de un metabolito que antagoniza el fármaco.

  5. Afinidad disminuida por el antibiótico de las estructuras inicialmente receptivas.

 

Los mecanismos 4 y 5 tienen una importancia menor.

 

Sea cual sea la forma de resistencia instaurada, puede ser transmitida, más allá de la progenie del mismo cultivo bacteriano, también a cultivos bacterianos distintos. Esto sucede a través del transporte de material genético de un microorganismo a otro mediante tres mecanismos diferentes:

 

a) Transformación: adquisición de caracteres hereditarios nuevos mediante la incorporación, por parte del ADN de la bacteria, de un fragmento de ADN, en el cual se hallen genes de resistencia proveniente del ambiente. En condiciones normales es más bien raro.

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b) Transducción: recombinación genética de las bacterias con el paso de material genético, que contiene los genes de resistencia, de un microorganismo resistente a uno sensible, el cual, a su vez, se vuelve resistente. Tal paso se realiza por medio de bacteriófagos. También este mecanismo es raro, pero se ha demostrado en algunas enterobacterias y en algunos cultivos de Vibrio.

c) Conjugación: consiste en la modificación del genotipo bacteriano, realizada por el contacto entre dos organismos distintos y el paso de material genético de una célula a otra, Este mecanismo es bastante frecuente en la naturaleza, particularmente en el ámbito de las enterobacteriáceas. Mediante este mecanismo, aunque también pueden transferirse resistencias cromosómicas, se transmiten sobre todo las resistencias ligadas a plásmidos transmisibles, entre las que se incluyen las resistencias múltiples.

 

Para concluir, queremos hacer algunas consideraciones prácticas. El estudio de la farmacoresistencia en ictiopatologia se encuentra todavía en sus comienzos, pero creemos que la experiencia que nos llega de la medicina humana y veterinaria no puede ser olvidada Hemos visto que la resistencia puede estar ligada a mutaciones cromosómicas o también a factores extracromosómicos. En primer caso, se puede evitar utilizando una correcta dosificación de los fármacos, o mejor aún, utilizando una terapia con más de un antibiótico, la cual, si está bien hecha, normalmente puede evitar la selección de cultivos resistentes. La resistencia de factores extracromosómicos es, en cambio, mucho más compleja, y no conocemos métodos para superarla en caso de que se reproduzca. 

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Fig. 3. Mecanismos de resistencia a milintoterápicos de las bacterias.

Para evitar que suceda esto, siempre es válido el concepto precedente: la terapia se debe efectuar según criterios rigurosos, de modo que sea lo más eficaz posible en el menor tiempo posible.

 

​Asociaciones de fármacos

 

En la práctica terapéutica a veces se usa el suministrar dos o más agentes quimioterápicos con el objetivo principal de aumentar la eficacia curativa, de disminuir la toxicidad o de evitar o retrasar los fenómenos de farmacoresistencia, En el ámbito de los quimioterápicos es raro que se verifique un sinergismo con potenciación, mientras que más a menudo se realiza una suma de todas y cada una de las acciones. De todos modos hay que tener en cuenta que la asociación de quimioterápicos no siempre conlleva ventajas. A veces puede resultar inútil o Incluso datar' a por una anulación de la actividad antimicrobiana o por un aumento de la toxicidad. Hemos insertado en el cuadro 1 algunas de las asociaciones de fármacos aconsejadas o a evitar, derivadas de la medicina veterinaria y humana. Muchas de estas sustancias no están autorizadas por la legislación italiana y de otros países para la terapia de los peces, pero hemos preferido indicarlas para demostrar la complejidad del problema y para evitar errores derivados de la aplicación de terapias caseras».

​Criterios de elección del quimioterápico

 

La elección del quimioterápico que se debe utilizar en cada caso ha de seguir criterios precisos en los que casi nada se puede dejar al azar. En primer lugar, hay que verificar la existencia de una determinada infección bacteriana en base a los elementos recogidos, siguiendo el esquema del examen clínico y del examen de los cultivos microbiológicos en preparación microscópica. Sólo el crecimiento de numerosas colonias bacterianas iguales provenientes de diversos órganos es significativo para la presencia de una septicemia bacteriana, mientras que el crecimiento de colonias aisladas o distintas las unas de las otras es consecuencia de un estado genérico de «stress», no directamente relacionable con la causa de la mortalidad. Sucesivamente, la bacteria en cuestión debe ser identificada con pruebas bioquímicas y serológicas metódicas; hay que estudiar el antibiograma para verificar qué antibiótico usar en la terapia. Este proceso es largo, y quizá, incompatible con los intereses económicos del piscicultor, que desea frenar la mortalidad en el más breve tiempo posible. La diagnosis de infecciones bacterianas en base al examen clínico, y la consiguiente terapia aplicable en pequeñas dosis, sólo puede aplicarse a la trucha arco iris criada intensivamente. En esta especie, efectivamente, los signos clínicos de las principales enfermedades bacterianas (forunculosis, boca roja, vibriosis) son suficientemente significativas para un diagnóstico incluso en ausencia de las pruebas de laboratorio. Los amplios conocimientos sobre la sensibilidad de los respectivos agentes causales a diversos antibióticos permite también la aplicación de la terapia contemplada, aunque en un limitado número de intervenciones.

 

Para otras especies de peces no es posible aplicar cuanto se ha dicho, porque los signos clínicos son de más difícil interpretación, y por consiguiente, el proceso normal y usado universalmente es más largo y complejo, pero, sin embargo, siempre necesario para limitar los fenómenos de resistencia al antibiótico. Ante una patología bacteriana incierta, creemos oportuno seguir un esquema de intervención análogo al presentado en el cuadro 2, que tiene en cuenta tanto lo que se puede esperar de una terapia contemplada como las exigencias de los tiempos breves solicitados por los criadores. Tal esquema permite que se inicie la terapia ya al tercer día de la intervención, en oposición a los casi siete días del procedimiento normal.

 

Todas las piscifactorías se caracterizan por la presencia de cierto tipo de enfermedades que se repiten casi Invariablemente cada año. Asi pues, conocer la historia de la patología de una piscifactoría es una ayuda que dirige la intervención. De todos modos, en algunos casos la Investigación de laboratorio puede revelar una etiología diferente de la sospechada, o ciertos cultivos bacteriológicos pueden revelarse insensibles al antibiótico aconsejado. En cualquier caso creemos que es indispensable completar la investigación de laboratorio con el antibiograma, que representa el método de valoración por excelencia, para excluir el uso de determinados antibióticos en la terapia bacteriana Decimos excluir porque creemos que el antibiograma es un instrumento válido para Individualizar la eventual resistencia de un cultivo bacteriano a algunos antibióticos. Cuando, en efecto, un cultivo bacteriano es resistente a la actividad de cierto antibiótico, éste puede ser excluido tranquilamente del grupo de los eventualmente utilizables «in vivo». De hecho, sin vitro» el fármaco es colocado en las mejores condiciones de actividad con respecto a la bacteria, y su escasa o nula actividad es sinónimo, por tanto, de ineficacia «in vivo». El concepto de sensibilidad es mucho más complejo: indica que el antibiótico, en cuanto se pone en contacto con el germen en una concentración adecuada, lo mata o lo inhibe. Ello no excluye el hecho de que una terapia de dosis bajas, o realizada con un antibiótico poco absorbible, o incluso otros motivos pueden hacer que no se verifique este contacto, y por tanto, impedir que el fármaco lleve a cabo su actividad, calificando al final la terapia como ineficaz.

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Existen dos métodos fundamentales para probar la sensibilidad de un cultivo bacteriológico a los antibióticos:

 

a) Método de las diluciones progresivas: es un método cuali-cuantitativo y valora a la capacidad de un antibiótico de inhibir o no, tras varias diluciones, el crecimiento del microorganismo examinado. Se puede estudiar en ámbito sólido o líquido y tiene como objetivo establecer con precisión el nivel de antibiótico activo ante un determinado germen. El método, aunque óptimo en teoría, comporta dificultades derivadas de la larga duración y del coste del examen y, en consecuencia, es poco utilizado en la práctica de laboratorio.

 

b) Método de difusión en agar: es un método cualitativo y valora la capacidad de inhibir el crecimiento de un microorganismo sembrado en una monocapa mediante discos de papel secante mojados con los diversos antibióticos. El medio usado, generalmente, es el Mueller-Hinton Agar y los discos son producidos por empresas especiali7nrins con una cantidad constante de antibiótico y con un comprobante que indica el antibiótico relativo. El método es simple y poco costoso, y consiste en la incubación, de 12 a 18 horas, de una monocapa con el cultivo bacteriológico en estado puro, y en el cual han sido depositados los discos de los antibióticos. La metodología descrita más arriba tiene una buena posibilidad de estandarización en cuanto que las dos únicas variables presentes son la sensibilidad de la bacteria ante el antibiótico y su capacidad de difusión en el preparado. En la valoración no es, pues, suficiente medir el grado de inhibición, sino también relacionarlo con la mayor o menor capacidad de difusión de aquél en el preparado

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Así pues, por ejemplo, a paridad de capacidad de inhibición, tendrá más actividad el antibiótico menos soluble o, a paridad de solubilidad, será más sensible el más amplio.

 

Una vez excluido el grupo de los antibióticos escasamente eficaces, son tomados en consideración aquéllos a los que son sensibles las bacterias. Basándose en las modalidades de administración, el coste, la facilidad para encontrarlo, y naturalmente en función del grado de inhibición revelado en la preparación, se aconseja la terapia más adecuada.

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6. Antiparasitarios

 

En el grupo de los antiparasitarios se incluyen genéricamente aquellas sustancias que provocan la muerte del parásito sin determinar graves lesiones en los organismos superiores. La definición se acerca sustancialmente a la de los quimioterápicos-antibióticos, en los cuales, sin embargo, la actividad se dirige específicamente a las bacterias, mientras en los antiparasitarios la actividad se dirige a los protozoos y metazoos. Algunas de las sustancias, utilizadas en la terapia de los ectoparásitos de los peces, deberían precisamente contarse entre los desinfectantes. Su actividad (ej.: la formalina) no es especifica, puesto que su acción se dirige a los protozoos y a los metazoos, del mismo modo que al fito y al zooplancton y a las células superficiales del pez. Estas sustancias, a causa de su no especificidad de acción, no podrían ser consideradas auténticos antiparasitarios. Es evidente, sin embargo, que se trata sólo de un problema de clasificación de los fármacos, puesto que su actividad y eficacia en la terapia de algunos ectoparásitos de los peces son indiscutibles. Pero existen otras sustancias, los auténticos antiparasitarios, que presentan una actividad selectiva en relación a algunas especies de parásitos, actuando exclusivamente sobre ellos y no sobre los organismos superiores. Entre éstos podemos distinguir los antiprotozoarios, los antihelmínticos y los insecticidas-pesticidas.

 

6.1. Antiprotozoarios

 

Los antiprotozoarios actúan interfiriendo en el ciclo vital de los protozoos. Hay dos tipos de fármacos antiprotozoarios:

 

a) Alcaloides: han sido utilizados, sobre todo en el pasado, en particular en aguas marinas para la normalización de los filtros biológicos y en la terapia de la oodiniasis. Actualmente han caído en desuso. La sustancia natural de la que derivan los numerosos alcaloides sintéticos es la quinina. Dosis elevadas de tales productos pueden provocar fácilmente el envenenamiento de los peces. La terapia debe efectuarse, por tanto, con baja dosificación continuada Otros efectos colaterales son: una coloración temporal amarilla de la epidermis y las escamas de los peces y, en cualquier caso, fenómenos de idiosincrasia (intolerancia del fármaco). La actividad de los alcaloides es desactivada por la luz directa y por ello se aconseja el tratamiento en piscinas sombreadas

 

b) Compuestos metálicos: la mayor parte de estas sustancias presenta una elevada actividad protozoaria, escasa actividad antibacteriológica, pero también una elevada toxicidad en dosis poco superiores a las prescritas. Su mecanismo de acción es, hoy en día, poco conocido. La ~orla de los antiprotozoarios comercializados a base de compuestos metálicos son sales u óxidos de arsénico, cobre, plata, mercurio y otros. Se pueden suministrar a través de los alimentos (protozoos intestinales y sistémicos) o mediante un baño (ectoparásitos, mohos, bacterias, etc.). Entre los más conocidos de estos compuestos citamos el sulfato de cobre como alguicida y bactericida, con modesta actividad sobre los protozoos y metazoos, y el dimetilditiocarbanato de zinc como fungicida, también con una cierta actividad sobre los crustáceos parásitos.​

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6.2. Antihelminticos

 

Entre los antihelmínticos contamos aquellas sustancias que presentan una. actividad significativa sobre los «gusanos» (trematodes y cestodos). Esa actividad puede ser vermífuga si se limita a disminuir la actividad motor del parásito que es eliminado por movimientos peristálticos del intestino, o también vermicida si provoca la muerte del parásito. La diferencia entre estos grupos quizá sea teórica desde el momento en que un mismo fármaco puede tener efecto vermífugo en pequeñas dosis y vermicida en grandes dosis. Por antihelmínticos se entienden concretamente aquellas sustancias con actividad sobre los parásitos intestinales (acantocéfalos, nematodos, cestodos, etc.), mientras que los productos para la terapia de los gusanos parásitos de la epidermis o de las branquias son formalina o insecticidas-pesticidas.

 

Si el problema de los gusanos intestinales es grave en la. patología humana y sobre todo veterinaria, lo es mucho menos en ictiopatologia. Consecuencia de ello es que los numerosos productos específicos utilizados para el hombre y para mamíferos y aves han sido poco o casi nada verificados en la terapia de los peces. Los productos más utilizados son los clásicos (óxido de estaño, etc.), mientras que para los peces se encuentra muy poca información en cuanto a posología en lo que se refiere a los pocos antihelmínticos modernos existentes.

 

El principal problema consiguiente de una terapia antihelmíntica deriva del grado de contaminación del receptor. Efectivamente, si éste es elevado y la terapia tiene un éxito inmediato, pueden derivarse consecuencias a veces graves para los sujetos en tratamiento:

 

  • Bloqueo mecánico del recorrido intestinal: las diversas especies de gusanos se instalan normalmente en trechos intestinales muy definidos y constantes, Interfiriendo sólo parcialmente en el paso del material en fase de digestión El alejamiento de las paredes y la hipoactividad motor de los gusanos puede provocar su acumulación en recodos o pliegues intestinales, formando una oclusión.

  • Hemorragia intestinal: provocada sólo por gusanos acantocéfalos que se insertan profundamente, mediante órganos de ataque, en las paredes intestinales. Su eliminación contemporánea, provocada por la actividad del fármaco, puede determinar una hemorragia intestinal, a veces graves.

  • Efecto tóxico: provocado preferentemente por aquellos gusanos que, aun después de muertos, se quedan pegados en las paredes intestinales o que no pueden ser evacuados por el organismo (entre los más importantes se cuentan la Anguillicola en la vejiga natatoria y Ligula en la cavidad celomática). A su muerte los parásitos deben ser absorbidos de nuevo para los organismos de defensa del receptor y en esta fase pueden soltar sustancias tóxicas de diversa naturaleza que, en relación al grado de contaminación, pueden provocar toxicidad de entidad significativa.

 

6.3. Insecticidas-pesticidas

 

Son sustancias sintéticas o naturales que, en determinada concentración y tiempo de exposición, resultan letales para los pequeños seres vivientes, pero no para los animales superiores y para el hombre. Un pesticida ideal debería desarrollar su acción exclusivamente sobre los parásitos, sin dejar residuos en los tejidos, sin influir en el ambiente circundante y sin representar un peligro para los animales o para el personal que lleva a cabo las aplicaciones. En realidad, productos de estas características no existen; en particular, por el desajuste que crean en los ecosistemas no controlados o por el elevado grado de peligro de envenenamientos, tanto para los sujetos tratados como para el hombre que suministra los tratamientos.

 

Existen tres grupos de pesticidas en función de su estructura química y de su mecanismo de acción: los derivados orgánicos del cloro, los ésteres fosfóricos y los carbanatos.

 

  • Derivados orgánicos del cloro: son productos orgánicos de síntesis de gran estabilidad y resistencia a los agentes naturales de destrucción. Los más conocidos son el DDT (diclorodifenildicloroetileno) y el BHC (hexaclorobenceno), pero existen muchos otros. Su mecanismo de acción se produce sobre un bloque de la actividad oxidante celular y sobre las estructuras lipídicas de la membrana con alteración de la ósmosis. Como consecuencia aparece una excitación del sistema nervioso central, y, tras algunas horas de estado latente, aparecen formas convulsivas a las que sigue la muerte. Los derivados del cloro poseen una elevada capacidad de penetración a través del exoesqueleto de insectos y crustáceos, pero pueden introducirse también por vía alimenticia Los mayores inconvenientes de estos pesticidas son:

  • La elevada frecuencia de creación de formas de resistencia, análogas a las que se dan en las bacterias que entran en contacto con los antibióticos.

  • La elevada estabilidad de las moléculas que entran así en la cadena trófica, con la posibilidad de acumulación y, en consecuencia, de envenenamientos crónicos en los animales que se alimentan de sujetos contaminados.

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Los derivados del cloro son extremadamente liposolubles y, en consecuencia, tienden a acumularse en las reservas de grasa, Esto adquiere particular significado para los peces, que presentan una alternancia estacional de periodos de adelgazamiento y engorde. Con la llegada del periodo invernal, o como consecuencia de una debilitación general «stress», enfermedades, etc.), se consumen las grasas de reserva, por lo que seguidamente tiene lugar la liberación de los derivados del cloro acumulados, determinando formas agudas de envenenamiento canoa4aq por la acumulación crónica El uso de algunos de estos productos está prohibido en muchos países.

 

  • Esteres fosfóricos: son compuestos orgánicos sintéticos, relativamente volátiles e insolubles en agua, ampliamente utilizados en agricultura y zootecnia como insecticidas. Su estabilidad en el ambiente es baja y no provocan, por tanto, fenómenos de acumulación, pero su toxicidad aguda es decisivamente superior a la de los precedentes. A este grupo pertenecen los insecticidas más usados en acuicultura (Masoten, Neguvon, Dipterex, etc.). El mecanismo de acción está unido a la capacidad de la molécula de los ésteres fosfóricos para bloquear el acetilcolinesterasa, la enzima que desactiva la acetilcolina. Esta molécula está presente en todos los organismos vivientes en los que se haya desarrollado cualquier forma de sistema nervioso. Efectivamente, una de las funciones de la acetilcolina es la de permitir la transmisión del impulso desde los nervios hasta los músculos. Una vez recibido el impulso, el músculo se contrae y la acetilcolina, por la acción de la enzima acetilcolinesterasa, se divide en sus componentes base (colina y acetato) y el sistema ya está listo para recibir otro impulso. Por efecto de los ésteres fosfóricos la enzima acetilcolinesterasa queda desactivada, y esto provoca una acumulación de acetilcolina en los tejidos y, por tanto, una contracción continua de todos los músculos, hasta la muerte por agotamiento, parálisis bulbar y bloqueo cardíaco. Normalmente, la unión de ésteres fosfóricos y acetilcolinesterasa es irreversible, y el sistema puede ser desactivado sólo después de la síntesis por parte del organismo. Por este motivo, cuando se supera la fase aguda, el sujeto afectado recobra lentamente su actividad normal.

  • Carbanatos: son compuestos orgánicos de síntesis de elevada toxicidad para los invertebrados, mientras que son relativamente poco tóxicos para los vertebrados. En este sentido se pueden considerar intermedios entre los derivados del cloro y los ésteres fosfóricos. El producto comercial más conocido es el Carbaryl, pero no se usa en acuicultura. El mecanismo de acción es parecido al de los ésteres fosfóricos, pero la unión carbamato-acetilcolinesterasa es parcialmente reversible y por consiguiente los tiempos de recuperación son más rápidos.

 

7. Tranquilizantes y anestésicos

 

Los tranquilizantes y los anestésicos son fármacos para el sistema nervioso central que determinan una depresión o una anulación de conciencia, sensibilidad, movilidad, reflejos y tono muscular, aunque permiten el desarrollo normal de todas las funciones de la vida vegetativa (respiración, circulación, etc.). El resultado es, pues, la disminución o la desaparición de las actividades motrices psíquicas de los sujetos. Los diferentes fármacos pertenecientes a este grupo poseen mecanismos de acción bastante semejantes y determinan la misma secuencia de efectos sobre el organismo. En un principio agreden la corteza cerebral, y luego, al aumentar su concentración hemática, la médula espinal, los centros cerebrales y, en último lugar, los centros bulbares. En relación al sector del sistema nervioso afectado, se puede evidenciar la progresión de la sintomatologia clínica:

 

1. Sedación: disminución de las reacciones a estímulos vibratorios y oculares, disminución de la actividad opercular y locomotiva, hiperpigmentación cutánea

 

2. Pérdida parcial del equilibrio: pérdida del equilibrio en agua corriente, aumento de la frecuencia opercular, pérdida de la capacidad de nadar.

 

3. Pérdida total del equilibrio:

 

Nivel 1: A menudo los animales se ponen boca arriba aun cuando sigan manteniendo cierta capacidad de nadar, frecuencia opercular aumentada y reacción ante los estímulos vibratorios.

 

Nivel 2: Pérdida de la locomoción, los movimientos de las aletas pueden ser mantenidos, respuesta táctil sólo ante presión sobre la aleta caudal o sobre el pedúnculo, disminución de la frecuencia opercular.

 

4. Pérdida de la actividad refleja pérdida completa de respuesta a los estímulos externos, en particular a la presión sobre el pedúnculo y la aleta caudal, frecuencia opercular lenta y discontinua.

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5. Colapso: bloqueo de la actividad opercular y muerte.

 

El uso de tranquilizantes y anestésicos actualmente no está muy difundido en la práctica de la cría de peces. Pensamos, sin embargo, que tales productos pueden contribuir sensiblemente a la disminución de las pérdidas, tanto directa como indirectamente, en todas las partes de gestión en las que no es posible evitar el «stress». Con esto queremos decir: transportes, sobre todo los de larga duración; las manipulaciones como: selecciones, separaciones, inducción hormonal y estrujamiento en la reproducción artificial, terapia por vía parenteral, etc.

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Resulta evidente que el nivel de sedación o anestesia que se desea aplicar debe estar en relación a la intensidad y duración del «stress» producido. Mi, para la manipulación veloz y enérgica (ej. inducción hormonal), se desea un efecto rápido y de breve duración: se preferirá una concentración elevada de producto que conduzca al tercer estadio, segundo nivel, o al cuarto estadio en poco tiempo. Contrariamente, en el transporte de peces se desea una disminución de la actividad motriz y del consumo de oxígeno: es suficiente con alcanzar el primer estadio, pero éste debe durar por lo menos 5 ó 6 horas; por ello se preferirán concentraciones más bajas suministradas en un tiempo más largo.

 

El mayor problema en el uso de tranquilizantes y anestésicos es de la posología, puesto que existen notables diferencias en la sensibilidad de las distintas especies. También la temperatura del agua y el tamaño de los sujetos influyen sobre los efectos clínicos: las mejores respuestas se obtienen en sujetos de tamaño medio-grande a temperaturas inferiores a los 15 grados C. Resulta, pues, evidente que las posologías mostradas a continuación se consideran sólo indicativas.

 

  • MS 222 (tricainametansulfonato): es el producto más conocido entre los utilizados como tranquilizantes. Para las disoluciones se recomienda el uso de contenedores de vidrio o plástico, puesto que los de metal (especialmente cobre y zinc) producen un aumento de toxicidad. Los elasmobranquios son extremadamente sensibles a este producto, mientras que los salmónidos y los ictalúridos responden muy bien. Con un tratamiento de 80 a 135 ppm de concentración, los salmónidos alcanzan en 3 minutos el tercero-cuarto estadio, mientras que con 15-30 ppm de concentración mantienen el primer estadio durante 5-8 horas. El pez gato, con un tratamiento de 100 a 140 ppm de concentración alcanza el tercer-cuarto estadio en unos dos minutos, mientras que con 20-40 ppm de concentración mantiene el primer estadio durante 6 horas. La toxicidad aguda (L05, de 24-96 horas) varía también en función de las diversas especies, del tamaño (más tóxico en los sujetos pequeños) y de la temperatura del agua (más tóxico a altas temperaturas). En los salmónidos la toxicidad aguda es de 38,8 ppm, en la perca de 63,0 ppm, en el pez gato de 66,2 ppm.

  • Sulfato de quinaldina (2 metal quinolina): se diluye 1:20 en alcohol etílico y se rocía sobre las branquias para la anestesia y se vierte en agua para el efecto tranquilizante. En las distintas especies, la toxicidad aguda está comprendida entre 6-8 ppm de la perca. y 72,5 ppm de la carpa.

  • MS 222 y quinaldina han sido probados Ranciados, y el efecto tranquilizante y anestésico ha resultado mayor y más completo, pero la reducción al umbral de la toxicidad desaconseja su uso en la mayor parte de los peces.

  • Acetona-cloroformo: la mezcla se diluye en alcohol etílico absoluto (250 gil) y la solución puede ser utilizada con una concentración de 500-1.000 ppm para obtener una rápida anestesia con rápido retorno al estado normal.

  • Acido acetilsalicílico: más utilizado con la finalidad de reducir el «hock» y el «stress» que como tranquilizante en los traslados y selecciones. La dosificación va de 25 a 1.000 ppm en aguas dulces y saladas.

 

8. Legislación italiana en materia de uso de quimioterápicos en acuicultura

 

La legislación italiana en materia de integrantes medicinales en alimentos destinados a la terapia de algunas enfermedades bacterianas de los peces es regulada por la ley 15.2-1963 n. 281, modificada por la ley 8-3-1968 n. 389 y por decretos ministeriales de aplicación, de los cuales el principal es el D. M. 4-8-1969 (G. U., 17-9-1969, n. 236) las leyes y los decretos ministeriales citados no tratan exclusivamente de peces, sino que describen los locales, el equipo, la conservación, la comercialización, las modalidades de uso, las composiciones, etc., de los alimentos medicados para las diferentes especies animales, entre las cuales se citan específicamente los peces en el cuadro adjunto al D. M: del 4-8-1969. Entre los numerosos decretos ministeriales sucesivos en período de modificación, reviste particular interés el D. M. del 5-3-1986, por el cual se inscribe también la flumequina entre los principios activos admitidos en la producción de integrantes medicinales para los peces.

 

Sulfamerazina (fig. 2): presenta una buena actividad contra Aeromonas salmonicida (forunculosis) y Yersinia ruckert (boca roja), aunque su actividad es mayor contra las bacterias gran-positivas.

 

  • Resistencia de «tipo penicilinico», escasa resistencia cruzada

  • Presencia de cierta toxicidad a nivel renal.

  • Dosificación aconsejada 120-220 mg/kg p.v. (12-22 g/kg de pienso suministrado al 1%) de 10 a 15 días.

  • Tiempo de supresión antes de la recolección para el consumo: 60 días.

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Tetraciclinas (fig. 4): Presentan una buena actividad contra Vibrio, Pseudomonas, Haemophilus y, en general, contra bacterias gram-negativas.

 

  • Resistencia de «tipo penicilinico», presencia de resistencias cruzadas.

  • Presencia de cierta toxicidad a nivel gastrointestinal.

  • Dosificación aconsejada 75 mg/kg p.v. (7,5 g/kg de pienso suministrado al 1%) durante 7 días

  • Tiempo de supresión antes de la recolección para el consumo: 30 días.

 

Furazolidona (fig. 4): presenta una buena actividad contra Aeromonas, Pseudomonas y Mixobacterias.

• Dosificación aconsejada 6040 mg/kg p.v. (6-7 g/kg de pienso suministrado al 1%) durante 10 días.

• Tiempo de supresión antes de la recolección para el consumo: 30 días.

 

Flumequina (fig. 4): presenta una buena actividad contra Vibrio, Aeromonas, Pseudomonas y Yersinia..

 

  • Resistencia oficialmente no existe; sin embargo, parece ser que Yersinia presenta cierta resistencia

  • Toxicidad: hasta ahora no se ha hallado en peces.

  • Dosificación aconsejada: 12 mg/kg p.v. (1,2 g/kg de pienso suministrado al 1%) durante 5 días.

  • Tiempo de supresión antes de la recolección para el consumo: 5 días.

 

Queremos señalar aquí el reducido número de productos permitidos (algunos de ellos ya superados) para la terapia de las enfermedades bacterianas de los peces. Considerando este dato y las posibilidades de aparición de formas de resistencia, se puede comprender la dificultad del veterinario al prescribir un pienso medicado.

 

9. Métodos de administración

 

Los conceptos fundamentales de posología derivados de la medicina humana y veterinaria son aplicables también en ictiopatología. Aun así hay que considerar algunos factores diferenciales:

 

a) El ambiente de cría es un liquido y no un gas, por lo que muchos fármacos deben subministrarse en solución.

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b) La terapia es casi siempre de grupo (todos los sujetos de una misma piscina o de un mismo criadero) tanto si el medicamento ha de suministrarse en el agua como si debe hacerse a través del pienso.

c) La cantidad de fármaco suministrado es siempre aproximada: en la terapia por vía oral, con el alimento, los peces enfermos no comen o comen poco, por lo que obtendrán menos beneficios que los sanos. En la terapia en solución, en el agua-ambiente, debe ser conocido el volumen exacto de la piscina y/o del agua a cargar, cosa no siempre fácilmente realizable.

 

d) Algunos fármacos se modifican perdiendo eficacia o volviéndose tóxicos, cuando se introducen en una solución acuosa, en función de numerosos factores, entre los cuales los principales son el material orgánico en solución, la dureza, la salinidad y la temperatura.

 

A pesar de los citados inconvenientes, se han elaborado diversas técnicas de administración de los fármacos en función a las características del criadero. Estas técnicas se describen detalladamente a continuación.

 

Tratamientos tópicos

 

Los tratamientos tópicos, o locales, son realmente un método terapéutico óptimo para la resolución de las enfermedades ulcerocutáneas; de todos modos, es evidente su escaso significado práctico en los criaderos con fines económicos. Aun asi, pueden resultar interesantes en el caso de reproductores de alto nivel (lineas genéticas seleccionadas de carpa o trucha, lubina, dorada, etc.) o en peces de acuario. En estos casos el uso de pomadas antibióticas de base oleosa o, en cualquier caso, insolubles en agua conduce a óptimos resultados.​

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Fig. 4. Estructura de algunos de los quimioterápicos más usados en acuicultura

Soluciones en el agua

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La administración de los fármacos directamente en el agua es uno de los métodos más usados en la terapia en ictiopatologia, ya sea en las especies de afición (acuarios), ya sea en las rentables  (cría intensiva). Los productos utilizados son los diversos desinfectantes y antiparasitarios, como también los antibióticos que, sin embargo, se aplican a las piscinas sólo en casos especiales, a causa de la especificidad de ese tipo de tratamiento. Por otra parte, hay que tener presente que los componentes físico-químicos (temperatura, salinidad, dureza, pH) del agua pueden influir notoriamente en la eficacia de algunos fármacos suministrados en solución. Muchos productos son, en cambio, muy estables en el agua y, por tanto, un uso excesivo de ellos puede provocar toxicidad y contaminación en el fondo. Algunos productos naturales, como la sal y el ácido acético, se vienen usando desde hace muchos años y no determinan problemas ecológicos, pero sólo se pueden utilizar en algunas especies (por ejemplo, la anguila criada en agua dulce puede sufrir una repentina variación de la salinidad hasta llegar al 30 ó 35% sin problemas, y esta capacidad se utiliza en la terapia de la ictioftiriasis). La carpa, en cambio, soporta muy mal salinidades superiores al 2%. Algunos productos, como el cloro (Hipoclorito de sodio), no se pueden utilizar para las desinfecciones con el pez dentro del agua, puesto que tiene más o menos la misma toxicidad para las bacterias que para el pez; en cambio, se utilizan para la desinfección de piscinas vacías y del utillaje. En función de las distintas características de cría o del efecto que se quiere obtener, las soluciones en el agua se pueden dividir en: inmersión, suministro en continuo, baño breve o baño permanente.

 

Inmersión

 

Este método se utiliza cuando se deben tratar pocos sujetos o cuando el producto tiene mayor eficacia en concentraciones elevadas de breve duración. Permite poner en contacto al pez con una concentración de fármaco elevada durante pocos segundos. Se considera inmersión un tratamiento que dure menos de cinco minutos. El pez es pescado con una red, transportado a un contenedor rígido horadado, que se sumerge en una cubeta que contenga el producto convenientemente aireado y oxigenado. El resultado final no es el mismo si se utiliza una red o un contenedor rígido, puesto que en el primer caso los peces se amontonan en el fondo de la red y el contacto con el producto no resulta uniforme. Una vez terminado el tratamiento los sujetos son reinmersos en las piscinas para la cria, posiblemente distintas a las originales, con agua convenientemente oxigenada. Una vez terminado el tratamiento de todos los peces, la piscina de origen ya puede ser vaciada y desinfectada a fondo. Este método de tratamiento es muy eficaz, pero comporta problemas de elevado coste de mano de obra, y provoca un «stress. importante en los peces. No hay que olvidar, por otra parte, que, como en todas las manipulaciones, pueden derivar lesiones cutáneas con multiplicación de patógenos secundarios.

 

Suministro en continuo

 

Es un método que no se utiliza muy a menudo, más que cuando no es posible, o seria dificultoso, parar el flujo de agua (ríos o torrentes, algunos criaderos de truchas). Para utilizar este método con buenos resultados hay que conocer exactamente el flujo de agua, poseer contenedores con grifo dosificador en su base, finalmente tener la posibilidad de disponer de más contenedores en la línea del flujo. Si el fondo y las paredes son regulares, como en el caso de la cría de las truchas, el flujo se puede calcular fácilmente midiendo la altura y la anchura de la entrada del agua y con pocas gotas de colorante (como el verde malaquita concentrado) o con un medidor de flujo.

Ejemplo: velocidad del flujo: 2 m en 15 segundos - 0,13 m/seg; medida del canal: 0,4 m de altura, 8 m de anchura; en este canal entran aproximadamente 400 1/seg. Una vez determinado el flujo, se calcula la cantidad eficaz del producto, se diluye de forma apropiada y se hace fluir lentamente en el canal. (Si, por ejemplo, poseemos 4 contenedores de 25 1 que dejan caer 10 cc/seg cada uno, en total 40 cc, y queremos tratar con verde malaquita 0,5 ppm, debemos preparar una solución de 100 1 de agua + 500 g de verde malaquita; tal solución se habrá agotado en unos 40 minutos, suficientes para el tratamiento en el canal de 400 1/seg.)

 

No hay que olvidar que debido a una ley física el movimiento del agua es más rápido en la superficie y en el centro del canal respecto al fondo y a los lados, por lo cual la cantidad indicada en el ejemplo resulta correcta en teoría, pero aproximada en la práctica.

Bario breve

 

Ciertamente es el método más usado en acuicultura, ya. sea de peces de agua cálida o de agua fria, en todos los estadios de la cría. Consiste en tomar las medidas de la piscina, suministrar el producto en la concentración deseada, cerrar la entrada de agua durante el tiempo deseado y, tras un vaciado parcial, abrir de nuevo la entrada de agua Naturalmente, las cantidades deben estar relacionadas con la capacidad de renovación de la piscina para no causen inconvenientes.

 

Ejemplo: en una piscina de anguilas de 7 x 20 x 0,75 m, de unos 100 m cúbicos con una entrada de 5 1/seg (alrededor de unas 4 renovaciones/día) es necesaria una desinfección con 100 ml/m cúbicos de formalina al 37%: 10 1 distribuidos en la piscina, agua de entrada cerrada durante una hora, luego vaciado y recarga del agua.

 

Para ahorrar producto, se acostumbra a vaciar parcialmente la piscina, a tomar sus medidas y a suministrar el producto en la cantidad apropiada, a mantener cerrada la entrada de agua durante cierto tiempo y luego a abrirla de nuevo hasta alcanzar el nivel normal.

 

Ejemplo: una piscina de anguilas de 7 x 20 x 0,75 m, vaciado hasta 0,30 cm de agua, es decir, una cubicación de 42 ni cúbicos, suministro de 200 ml/m cúbicos de formalina (es decir, alrededor de 8,5 1) con agua de entrada cerrada durante media hora, luego abrir de nuevo el agua.

 

De los dos supuestos descritos, el segundo es el más económico y eficaz, puesto que implica una elevada concentración del producto durante un breve tiempo, seguido de una disolución lenta Pero esto produce más «stress», ya sea porque la reducción del agua provoca agitación en los animales, ya porque el tiempo de contacto producto-pez es largo (en el ejemplo citado son 200 ml/m cúbicos en media hora + 100 ml/m cúbicos en tres horas + 50 ml/m cúbicos en hora y media, hasta una renovación total al cabo de seis horas).

 

Baño permanente

 

También este método es muy usado en piscinas de grandes dimensiones o donde la renovación es extremadamente lenta (lagos, valles de pesca, estanques). Se basa en el suministro de una cantidad de producto tal que no repercuta en el pez, incluso si es mantenido indefinidamente. La eliminación del producto se da por depósito en el fondo, por inactivación química, o por volatili7ación. Pasados 10 ó 15 dial, el producto ya no se considera activo. Por norma general, las concentraciones usadas son 1/10 de las aplicadas en el baño breve.

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Ejemplo: pequeño lago de unos 32.000 ni cúbicos a tratar con formalina al 37%: 15 ml/m³, serán necesarios unos 500 1 de producto para distribuir en toda la superficie del lago.

 

La eficacia de este tipo de administración es relativa, y se basa en la inactivación de las formas libres o jóvenes de los parásitos. Ciertamente, una infección grave será difícilmente resuelta por este tipo de tratamiento.

 

Oral

 

El suministro de los fármacos por vía oral es, junto al de baño breve, el más usado en piscicultura. Tal método responde, en efecto, a los requisitos de economía y de facilidad de aplicación necesarios para una actividad zootécnica. Los fármacos habitualmente administrados de ese modo son antibióticos, antihelmínticos, alimentos vitaminados. Los primeros se adicionan a los alimentos peletizados en las mismas empresas alimentarias, mientras que en los alimentos desmenuzados y pulverizados, generalmente, son añadidos por el criador utilizando el método de la micronización de aceite de pescado sobre el alimento con función de adhesivo para proceder luego a la pulverización del antibiótico. Dada la escasa presencia de parásitos intestinales en la cría intensiva, y por tanto, el reducido uso de antihelmínticos, el criador los adiciona siguiendo este último método. Los alimentos vitaminados son suministrados por las casas de alimentación, pero su utilización, aunque en aumento, no es muy elevada aun reconociendo en lineas generales la validez del suministro de fármacos por vía oral, creemos necesario poner en evidencia algunos aspectos, a veces poco considerados.

 

En primer lugar, el porcentaje de absorción del fármaco, en particular del antibiótico: a veces se suministran productos poco absorbibles a nivel intestinal a sujetos con forma septicémica de enfermedad, con un resultado evidentemente escaso. Además, se sabe que la primera reacción del pez ante cualquier malestar es la falta de apetito. Sólo los sujetos menos afectados por la enfermedad, y por tanto los que menos necesitarían del fármaco, lo ingieren La consecuencia obvia es que un número considerable de sujetos no se beneficia de la actividad del antibiótico. Por último, las pérdidas, que pueden derivarse de los motivos anteriormente citados, pero también de la falta de pericia del criador: las empresas alimentarias proporcionan un alimento medicinal que debe suministrarse normalmente en la proporción de un 196; esta cuota alimenticia a menudo es inferior a la fisiológica del pez, pero raramente en el curso de la enfermedad los animales comen más. Por ello es aconsejable hacerles guardar un día de ayuno completo y después suministrar el medicamento en una cantidad relativa a la capacidad de asunción en aquel momento, sin superar nunca el 1%. Por estos motivos creemos que el suministro de antibióticos por vía oral, para conseguir su máxima eficacia, debe ser efectuado ante los primeros síntomas de la enfermedad o como profilaxis en los períodos de mayor riesgo.

 

Vía parenteral

 

El uso de la vía parenteral, es decir, la introducción del fármaco mediante aguja y jeringuilla directamente en el Interior del sujeto a tratar, es, sin duda, el método de administración más eficaz. Obviamente comporta notables dificultades de ejecución y un elevado coste de mano de obra, además del «stress» provocado en los peces por la manipulación a que se ven sometidos. Por consiguiente, este tipo de administración se aplica a peces de acuario, a sujetos de gran valor en criaderos o en particulares situaciones de manipulación (ej. inducción hormonal). En la práctica, con este método se suministran antibióticos o vacunas a tímalos, (trucha fario), a reproductores de truchas para tratar la forunculosis, para la administración de HCG o extractos hipofisarios para la inducción hormonal de especies eurialinas o ciprínidos. Generalmente un equipo bien organizado, de por lo menos tres o cuatro personas, es capaz de llevar a cabo mucho trabajo: tras acercar con la red a los sujetos a tratar, una persona pesca dos o tres y los coloca en una cubeta con anestésico, otra persona recoge al pez ya. anestesiado y lo entrega al tercer operador que le suministra el producto. Se sumerge al pez durante pocos segundos en otra cubeta con verde malaquita concentrado, y el primer o el cuarto operador lo introduce en un recipiente, a ser posible más elevado que el precedente, con agua limpia y bien oxigenada El anestésico sirve para disminuir el .stress» y para facilitar la manipulación, el verde malaquita para desinfectar las inevitables microlesiones de la epidermis y para prevenir eventuales apariciones de mixobacteriosis.

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La manipulación para introducir la aguja en la epidermis no es especialmente difícil. Generalmente se utiliza una jeringuilla para insulina con aguja incorporada, y en sujetos pequeños las escamas no ofrecen obstáculo alguno.

C3

En sujetos de grandes dimensiones, o en los ciprínidos, debe introducirse la aguja por debajo de las escamas, manteniendo un ángulo muy agudo y penetrando subcutáneamente con movimiento caudo-craneal. Luego se coloca perpendicularmente la jeringuilla y se clava rápidamente la aguja, inyectando el fármaco. Mientras se extrae la aguja es aconsejable ejercer cierta presión en el punto de la inyección para evitar que el fármaco salga. Teóricamente habría que cambiar la aguja cada vez; de todos modos, el uso de una aguja no esterilizada y su reutilización nunca nos ha causado problemas. Utilizando jeringuillas para insulina de un solo uso, se aconseja aun así cambiarla cada ocho o diez veces (según la talla de los sujetos a tratar), puesto que la aguja se desgasta y su penetración se hace difícil.

 

La administración por vía parenteral puede realizarse por vía intramuscular, intracelomática e intravascular.

 

Intramuscular

 

Más utilizada en el pasado, actualmente se usa en particular para la inducción hormonal en reproductores de ciprínidos o especies eurialinas (lubina, dorada) La mejor área es la dorsal; en particular, junto a la espina dorsal, poco distante de la linea media del cuerpo. Normalmente no se observan problemas particulares, pero a veces se pueden formar abscesos purulentos con grave desazón general del pez y a veces la muerte. No se aconseja la administración de antibióticos por vía intramuscular, ya sea por la no muy rápida puesta en circulación del fármaco (los músculos de los peces poseen una red vascular menos desarrollada que la de los mamíferos), como por el hecho de que a veces el fármaco desarrolla una acción tóxica sobre las células circundantes, matándolas y provocando a veces abscesos que sucesivamente evolucionan en nódulos.

 

Intracelomática

 

Indudablemente representa la mejor vía de administración, porque la absorción a través de la membrana celomática y a través de las vísceras es elevado y muy rápido, y raras veces aparecen problemas después de las inyecciones. Por esta vía se administran principalmente antibióticos y vacunas. El área elegida para la inyección es la ventral, un poco distante de la linea media y a cierta distancia del ano (en la trucha, por ejemplo, a mitad de camino entre las aletas pectorales y el ano). Penetrando en esta zona no se corre el riesgo de penetrar en órganos importantes (hígado, estómago, bazo), y al estar ligeramente ladeada con respecto a la linea media, raras veces se perfora el intestino.

 

Intravascular

 

Se utiliza más para extracciones de sangre que para administración de fármacos, y en cualquier caso sólo en sujetos de grandes dimensiones. A través de esta vía se administran exclusivamente antibióticos. Las vías utilizan principalmente son la intracardiaca y la arteria caudal. En el primer caso, en la trucha, la aguja se hace penetrar perpendicularmente a través de la línea media ventral, poco antes de las aletas pectorales; en el segundo, siempre a través de la linea media ventral desde la base del pedúnculo caudal, perpendicularmente hasta la columna vertebral. La seguridad de haber entrado en área intravascular se obtiene cuando, al aspirar ligeramente con el émbolo, se ve entrar sangre en la jeringuilla Sólo entonces se puede completar la inyección, que debe ser lenta para permitir la penetración del fármaco en el torrente circulatorio.

 

10. Posología de los fármacos en los peces

 

La posología, es decir, la dosis y el momento de administración de los fármacos en acuicultura no se diferencia mucho de la de los demás animales y del hombre. Para muchas sustancias se mantiene la cantidad en función al peso Las diferencias se hallan obviamente en la administración a través del agua (inmersión breve, permanente). Para facilitar la. lectura de la posología de distintos productos, hemos preparado el cuadro 3.

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Notas al (Cuadro «Tratamientos en ictiopatología»)

 

Notas generales:

 

  • todas las dosificaciones contienen substancias activas (verificar en la confección el porcentaje de substancia activa y expresarla en base al 100%: si es al 10%, multiplicar la dosificación en el cuadro por 10, si es al 30% multiplicar la dosificación en el cuadro por 3,35. etc.):

  • vía i. c. - vía intracelomática;

  • vía i. m. = vía intramuscular,

  • 1 ppm - 1 parte por (millón - 1 mg/l = 1 gira cubico= 1 cc/m cúbico;

  • 1 mg/kg/pv = 1 miligramo de substancia por kilogramo de peso vivo de pez. En la práctica, ya que el alimento medicinal es generalmente suministrado al 1% del peso del pez, esta cantidad corresponde a 10 g/gl/pienso. (Ejemplo: oxitetraciclina 75 mg/kg/pv. Un kg de pez, alimentado al 1%, asimila 10 g de alimento en los que deben estar presentes 75 mg de antibiótico. En 1 kg de pienso deberán estar presentes pues, 7500 mg (7.5 g) de producto.

 

Notas particulares​​

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  1. Antibiotico-quimioterapico no mencionado por la legislación italiana para el tratamiento en especies icticas y. por lo tanto, no utilizable legalmente en Italia.

  2. Uso en particular para el tratamiento de los micetos oculares en aguas saladas. No asociar a las sulfamida. Toxicidad parcial a nivel gastrointestinal.

  3. Las dosis más elevadas en relación a la lentosporiasis. Una vez efectuado el tratamiento, diluir y descargar el agua muy lentamente (elevada toxicidad). Sumergir los peces al cabo de al menos 6 semanas de la desinfección.

  4. Poco eficaz en agua marina; se inactiva a pH 8.2-8.4 El palmitato es insoluble en agua marina a las sobredosis y a los tratamientos prolongados para problemas de disuadas hemáticas.

  5. Eficacia medianamente mayor en agua marina respecto a la coritetraciclina.

  6. Utilizable sólo en especies de agua dulce. Desaconsejado en las frezas de todas las especies. En las especies eurlalinas los tratamientos pueden ser prolongados durante un tiempo mucho mayor al indicado en el cuadro.

  7. Indicamos cierta toxicidad del producto para la trucha arco iris.

  8. No as eficaz en agua marina.

  9. Es comercializada al 30% (mejor) y al 37% de formalina, y las dosis están en relatan a estas concentraciones. Las dosis máximas están en relación a la temperatura del agua hasta 10 grados C: 250 ppm.. entre 10 y 15 grados C. 200 ppm.. por encima de los 15 grados C. 150 ppm Se aconseja usar en agua marina la mitad de las concentraciones

  10. La cantidad indicada por el D. M. es de 3000 mg/kg/pienso para las truchas, y 10002000 mg/kg/pienso para las carpas Para simplificar la lectura hemos preferido hacer referencia a los mg/kg/pv. Ha bajado el espectro de acción y puede ser nefrotoxico: su acción, modesta, está presente en el agua, tanto dulce como salada.

  11. Amplio espectro de acción, pero puede ser nefrotoxico. Eficaz tanto en agua dulce como salada.

  12. No es muy eficaz en agua salada.

  13. has dosis aconsejadas se basan en las disoluciones comerciales, y no son toxicas para los huevos pero si para los peces. Se aconseja transportar el agua de tratamiento de los huevos fuera de las piscinas de cría. Una dosis tal puede ser tóxica para huevos de ciprínidos.

  14. Las dosis se refieren a una instalación vacía, ya que todos los peces son muy sensibles a la lapa de algas. Las dosis más elevadas sirven para la desinfección contra la lentosporiasis, las más bajas para la desinfección normal de piscinas y utillaje.

  15. Cuando esta en solución, el tiempo de vida media es de unos 2 días, eficacia también en agua marina

  16. Acción en las vías urinaria Rápida absorción y rápida eliminación de la sangre. Escasa eficacia en las septicemias bacterianas

  17. Cuando está en solución, el tiempo de vida media es muy largo (2 años). Muy eficaz en agua marina.

  18. En agua marina se aconseja utilizar concentraciones mas bajas. Es menos eficaz a altas temperaturas: usar la dosis más alta.

  19. Escasa eficacia en agua marina

  20. Desaconsejado en aguas alcalinas, muy ácidas o marinas. La eficacia disminuye en presencia de materias orgánicas. El producto es mas tóxico a bajas temperaturas (5-8 grados C). El pH debe ser de tendencia alcalina, pero no superior a 8.

  21. Dosis referida a mamíferos domésticos. Dosificación experimental para larvas de «Diplastomum» en peces: 300 mg/kg/pv por 3-5 gg.

  22. La eficacia es mayor en agua de dureza media sin presencia de materia orgánica. La toxicidad aumenta en aguas blandas y. un poco menos, en aguas duras. Comienza a ser tóxico a 6 ppm. en 20 minutos. Desaconsejados en agua marina.

  23. Las dosis disminuyen al disminuir el pH y la dureza (mayor toxicidad en aguas ácidas y blandas).

  24. Utilizar sólo en especies de agua dulce.

  25. Tóxico en especies marinas a 0,3 ppm En aguas duras, alcalinas y frías utilizar una dosis mayor; pero es preferible adicionar ácido acético en relación 1/1 con el sulfato de cobre. En aguas blandas, ácidas y cedidas la dosis debe ser inferior. Desinfección de los huevos: 5 ppm durante una hora.

  26. Ineficaces en aguas marinas.

  27. De escasa absorción intestinal y, por lo tanto, de mayor eficacia como tratamiento preventivo contra bacterias que penetran a través del intestino.

  28. Sustituir 1/5 de la sulfamida a utilizar por la cantidad correspondiente de producto puro.

  29. Asegurarse de que el producto no contenga cloruro de zinc (tóxico). 1 ppm tóxico para las frezas de muchas especies ícticas de agua salada, y dulce. 0,5 ppm. por hora para la desinfección de los huevos.

  30. Tratamiento contra el reblandecimiento de la cáscara de huevo de la trucha., se repite 48 horas después.

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