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7. MARTEILIOSIS EN MOLUSCOS

 

Resumen

 

Los parásitos de moluscos pertenecientes al phylum Paramyxea se encuentran entre los más importantes que parasitan a moluscos bivalvos en todo el planeta. Actualmente, dentro de este filo se incluyen dos géneros que afectan a estos animales: el género Marteilia y el género Marteilioides.

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Los miembros más importantes y mejor estudiados hasta el momento de este filo son dos especies que pertenecen al género Marteilia: Marteilia refringens y Marteilia sydneyi. M. refringens es el parásito responsable de la enfermedad de los Abers o enfermedad de la glándula digestiva de la ostra plana, Ostrea edulis. Es la causa de una importante mortalidad de estas ostras en verano en la costa atlántica europea. M. sydneyi es el agente etiológico de la enfermedad QX que afecta a la ostra de roca de Sydney, Saccostrea commercialis en la costa este de Australia. Marteilia refringens ha causado importantes pérdidas económicas en el sector de la acuicultura y por eso, actualmente, es un patógeno de declaración obligatoria listado por la Organización Mundial de Sanidad Animal (O.I.E. 2009).​

1INTRODUCCION

​1. INTRODUCCIÓN

 

El phylum Paramyxea engloba a un importante grupo de protozoos parásitos de invertebrados marinos. Actualmente, dentro de este filo se incluyen dos géneros que afectan a moluscos bivalvos de interés comercial, el género Marteilia (Grizel et al. 1974) y el género Marteilioides (Comps et al. 1986). Sin embargo, los parásitos pertenecientes a este filo no sólo afectan a los bivalvos, sino que afectan también a una gran variedad de invertebrados marinos como pueden ser los crustáceos y los anélidos. Probablemente, la biodiversidad de estos protozoos está subestimada debido al limitado número de estudios que se han realizado acerca de los parásitos que afectan a los invertebrados de ambientes marinos.

 

Los parásitos pertenecientes al género Marteilia han ido ganando protagonismo en el mundo de la patología de bivalvos durante las últimas décadas, ya que afectan a moluscos bivalvos de gran interés económico para la acuicultura europea, como son la ostra plana, Ostrea edulis, y los mejillones Mytilus galloprovincialis y Mytilus edulis.

 

Dentro del género Marteilia, la especie Marteilia refringens (Grizel et al. 1974; Perkins 1976) es la causante de la enfermedad de los Abers, que ha causado importantes mortalidades desde su descubrimiento en 1968 en Ostrea edulis en Europa (Herrbach 1971; Grizel et al. 1974; Alderman 1979; Grizel 1985), y Marteilia sydneyi (Perkins y Wolf 1976) es responsable de la enfermedad conocida como QX, causante de altas mortalidades en la ostra Saccostrea glomerata en Australia.

 

Dentro del género Marteilioides se incluyen tan sólo dos especies, Marteilioides chungmuensis (Comps et al. 1986), parásito de la ostra Crassostrea gigas en Japón y Corea, y M. branchialis (Anderson y Lester 1992) descubierta en Australia en Saccostrea glomerata. Ambos parásitos causan lesiones focales, ocasionando la reducción del crecimiento, merma de la calidad y, a veces, la muerte del molusco.

 

Los protozoos parásitos que afectan a los moluscos bivalvos pertenecientes a este phylum han sido muy estudiados desde 1988 (Figueras y Montes). En este capítulo haremos una revisión actualizada de la marteiliosis haciendo especial hincapié en la taxonomía, epidemiología, patología y métodos de control de la enfermedad.

 

2. TAXONOMÍA DEL PHYLUM PARAMYXEA

 

La taxonomía de las especies de Marteilia ha estado marcada por una gran controversia. Recientemente, gracias a los avances en biología molecular, se ha podido ir esclareciendo esta situación. El filo paramyxea al que pertenecen actualmente cuatro géneros (Marteilia, Paramarteilia, Paramyxa y Marteilioides) ha experimentado varios cambios en los últimos años. Inicialmente, los géneros Marteilia y Paramarteilia fueron incluidos dentro del filo Haplospora debido a la presencia de estructuras similares a los haplosporosomas (Perkins 1979). Sprague creó el filo Ascetospora dentro del cual fue incluído Marteilia en la clase Stellatosporea (Familia Marteiliidae, orden Occlusosporidia) mientras que Paramarteilia fue incluído en la clase Paramyxea (Orden Paramyxia). Esta clasificación fue mantenida por Levine et al. (1980) y Sprague (1982). Posteriormente, debido a la naturaleza plurinuclear y a la producción endógena de células, Marteilia, Paramarteilia y Paramyxa fueron incluidos en la clase Paramyxea dentro del filo Ascetospora (Desportes 1981; Desportes y Lom 1981; Desportes y Nashed 1983), englobando a Marteilia y Paramarteilia en el orden Marteilidea y a Paramyxa en el orden Paramyxidea.

 

Existen descripciones de Marteilia refringens desde los años 70 (Comps 1970; Herrback 1971; Bonami et al. 1971; Grizel et al. 1974). En un principio se clasificó para el parásito Marteilia refringens como un hongo perteneciente al orden Chytridiales (Herrbach 1971) por su asociación con animales muertos o moribundos. Desde entonces su posición taxonómica ha ido cambiando de Labyrinthomyxa también de naturaleza fúngica (Grizel y Tigé 1973) a Microspora (Grizel et al. 1974). El género Marteilia ha estado también ligado con los haplosporidios debido a la presencia de gránulos en la membrana similares a los de los haplosporidios (Comps 1970; Perkins 1975; 1976) y a los myxosporidios debido al proceso de desarrollo caracterizado por ser pluricelulares y poseer una individualización somática temprana (Desportes y Ginsburguer-Vogel 1977; Desportes y Lom 1981). En 1984, Corliss hizo una revisión del reino protista como un grupo polifilético que requiere de más estudios.

En 1990 Desportes y Perkins propusieron elevar la clase Paramyxea a filo, en el que se incluían los géneros Marteilia, Paramarteilia, Paramyxa y Marteilioides. Este último género incluye a dos especies: Marteilioides chungmensis, parásito de Crassostrea gigas descrito en Japón (Comps et al. 1986) y observado también recientemente en C. nippona (Itoh et al. 2004); y M. branchialis, parásito observado en Australia en Saccostrea glomerata (Anderson y Lester 1992).​

2PARAMYXEA
21Clase

​Recientemente, se ha secuenciado el ADN ribosómico de la subunidad menor de Marteilia refringens y se han llevado a cabo nuevos estudios filogenéticos (Berthe et al. 2000). Estos estudios validaron la descripción del filo Paramyxea que habían hecho Desportes y Perkins en 1990. Así, los resultados indicaron que Marteilia refringens no está relacionada con ningún filo eucariótico del que se conozca su ADN ribosómico de la subunidad menor. Los resultados también confirmaron que Marteilia refringens no está relacionada con Myxosporea ni con Haplosporidia. Sin embargo, análisis moleculares muestran evidencias de que los Haplosporidia forman un orden dentro del filo Cercozoa (Cavalier-Smith y Chao 2003) y que Haplosporidia y Paramixea son órdenes separados dentro de dicho filo. Esta posición es algo controvertida ya que existen otros estudios que parecen indicar que Haplosporidia está relacionado con Cercozoa, como taxón hermano, pero no dentro del filo Cercozoa (Burreson comunicación personal). Aunque los valores que lo refrendan son bajos (Marteilia comparte una delección de un nucleótido con especies de Haplosporidium y de Minchinia) Cavalier-Smith y Chao consideran que M. refringens es un haplosporidio. Esta controversia podría esclarecerse en un futuro próximo gracias al rápido desarrollo de la biología molecular.

 

Por lo tanto, basándonos en la secuenciación del ADN ribosómico de la subunidad menor, el análisis filogenético sugiere un origen evolutivo temprano de Paramyxea (Berthe et al. 2000). Este dibujo basal topológico, hecho a partir del análisis del rDNA, está siendo reconocido cada vez con más fuerza como un artefacto debido a la gran variación en el ratio de la evolución molecular entre el taxón de eucariotas (Peyretaillade et al. 1998; Stiller et al. 1999). El principio de los linajes emergentes habría podido evolucionar mucho más rápido que para muchos eucariotas, tal y como ocurre con la mayoría de los organismos parásitos. El impacto de estos altos ratios evolutivos pudo haber sido modulado al aumentar el número de secuencias disponibles para realizar el análisis filogenético (Itoh et al. 2003; Kleeman et al. 2004; Putinaowarat, Tav eekijakarn, Somsiri y Berthe, datos sin publicar). En este sentido, sería necesario la secuenciación de otros genes de interés filogenético para poder llegar a entender el origen evolutivo de los Paramyxeos.

 

Actualmente, la clasificación seguida por la mayoría de los patólogos de moluscos es la de Desportes y Perkins de 1990, corroborada por Berthe et al., 2000. En dicha clasificación se considera que el filo Paramyxea incluye dos clases: Marteiliidea y Paramyxidea. La clase Marteiliidea contiene tres géneros; Marteilia (Grizel et al. 1974), Paramarteilia (Ginsburguer-Vogel y Desportes 1979b) y Marteilioides (Comps et al. 1986). La clase Paramyxidea incluye un único género, Paramyxa (Chatton 1911) (Figura 1).

 

2.1. Clase Marteiliidea

 

2.1.1. Marteilia

 

El género Marteilia engloba varias especies. Marteilia refringens que se ha observado en ostras, O. edulis, O. angasi, O. puelchana, O. chilensis (Grizel et al. 1974; Grizel et al. 1982; Pascual et al. 1991; Bougrier et al. 1986) y en mejillones M. edulis y M. galloprovincialis (Tigé y Rabouin 1976; Villalba et al. 1993c). También se han encontrado células de M. refringens en la ostra Crassostrea gigas (Cahour 1979; Montes et al. 1998) y presumiblemente en la ostra americana, C. virginica (Renault et al. 1995). De todos modos, estos casos no se asociaron con infecciones viables ya que las formas detectadas de Marteilia no evolucionaban a estadíos maduros y su presencia se podría interpretar como resultado de la condición filtradora del organismos (Berthe et al. 2004).

Recientemente, se han detectado células de M. refringens en la glándula digestiva de Solen marginatus y Chamelea gallina en España (López Flores et al. 2008a,b). En ambos casos la presencia del parásito fue confirmada mediante PCR e hibridación in situ. En ambas especies de moluscos se encontraron estadíos maduros del parásito, pudiendo considerarse como nuevas especies hospedadoras de M. refringens.

 

Otra especie del género Marteilia, M. maurini, se describió en el mejillón M. edulis y M. galloprovincialis en Francia (Comps et al. 1981; 1982; Auffret y Poder 1985). En Australia, M. sydneyi se describió en Saccostrea glomerata (Perkins y Wolf 1976). Más tarde, la especie M. christenseni se describió en Scrobicularia plana (= S. piperata) por Comps (1983) en la costa Atlántica de Francia, y M. lengehi en Saccostrea cucullata en el Golfo Pérsico (Comps 1976) y posiblemente, en Australia (Hine 1996; Hine y Thorne 2000).

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FIGURA 1. Phylum Paramyxea propuesto por Desportes y Perkins (1990) y confirmado por Berthe et al., (2000). Modificado por Audermard (2001)

La lista de especies en el género Marteilia no se debe dar por concluida ya que se han descrito aislados cuya validación está aún por aclarar. Así, en Europa, se han descrito Marteilia sp., en berberecho, Cardium edule, en almeja Tapes decussatus, Tapes romboides y Tapes pullastra (Comps et al. 1975; Poder et al. 1983; Villalba et al. 1993a; Figueras et al. 1996), en navajas Ensis minor y E. siliqua (Ceschia et al. 2001) en Solen marginatus (López y Darriba 2006) y en mejillones, Mytilus modiolus, M. edulis y M. galloprovincialis (Comps et al., 1975; Poder et al., 1983; Auffret y Poder 1985, 1987; Ceschia et al. 1991; Figueras et al. 1991, Zrncic et al. 2001; Ices-Wgpdmo 2006) aunque éstos últimos informes se refieren a aislados de M. maurini. Hay otros casos descritos de marteiliosis en moluscos, concretamente en Argopecten gibbus en Florida (Moyer et al. 1993) y en Tridacna máxima en Fiji (Norton et al. 1993). Más recientemente, también se han observado organismos del filo Paramyxea relacionados con Marteilia en la ostra Saccostrea forskali en Tailandia (Tav eekijakarn et al. 2002) y en la ostra Pinctada margaritifera de Australia (Berthe et al. 2004) y en Ruditapes phillipinarum en Japón (Itoh et al. 2005). Es de suponer que se seguirán describiendo nuevos casos de marteiliosis en nuevas especies de moluscos ya que cada vez se están realizando más estudios de patología en el campo de la acuicultura.

212Paramarteilia

Marteilia refringens = ó ≠ Marteilia maurini

 

A pesar de todos los casos de Marteiliosis detectados en moluscos a lo largo de los años, todavía existe cierto debate en cuanto a su posición taxonómica. La ultraestructura y la especificidad del hospedador se emplearon en el pasado como características diferenciadoras de estas dos especies (Grizel et al. 1974; Comps et al. 1981; Auffret y Poder 1985). Pero tras la observación de Marteilia refringens en mejillones, la especificidad del hospedador quedó invalidada como argumento (Villalba et al. 1993c; Robledo y Figueras 1995). Estas descripciones, junto con el hecho de que los anticuerpos monoclonales y policlonales obtenidos para reaccionar con Marteilia sp., aislada de M. edulis, mostraron reacción cruzada con Marteilia sp., aislada de O. edulis durante ensayos inmunológicos (Tiscar et al. 1993; Robledo et al. 1994; Berthe et al. 2004), pero no reaccionaron con M. sydneyi (Anderson et al. 1994a) plantearon interrogantes en el ámbito taxonómico.

La imposibilidad de establecer diferencias entre ambas especies en base a criterios ultraestructurales apuntada por Villalba et al. (1993c) se corroboró con estudios posteriores, haciendo énfasis en los haplosporosomas, inclusiones estriadas y la morfología de la pared de la espora, llegándose a la conclusión de que Marteilia maurini aislada de mejillones M. edulis y M. galloprovincialis no se podía separar de la Marteilia refringens aislada de Ostrea edulis (Longshaw et al. 2001).

 

Se llevaron a cabo distintos estudios moleculares para intentar aclarar la duda planteada. Estudios basados en el gen del ARNr 18S demostraron que este gen no tiene suficiente potencia para discriminar entre las presuntas especies ya que presenta una fuerte constricción evolutiva (Berthe et al. 2000; Cavalier-Smith y Chao 2003). Posteriormente, se analizó la región del primer espaciador transcrito interno (ITS-1) del gen del rRNA (Le Roux et al. 2001). Esta región es más polimórfica que la región 18S rDNA, es decir, acumula cambios en la secuencia de ADN más rápidamente. Otros estudios basados en polimorfismos en la región del espaciador ITS-1 habían ayudado a aclarar las relaciones de parentesco entre algunos grupos de parásitos (Hide y Tait 1991). Este estudio demostró un claro dimorfismo que proponía la existencia de dos especies de Marteilia en Europa (Le Roux et al. 2001).

 

Sin embargo, posteriormente se realizó un nuevo estudio basado en el rADN del espaciador ribosómico intergénico (IGS) de Marteilia (López-Flores et al. 2004) que evoluciona más rápidamente que el ITS-1, y posicionó a los dos parásitos como dos subtipos de una misma especie de Marteilia refringens. Este resultado se basó en que la variabilidad intraespecífica encontrada en la secuencia IGS fue similar a la variabilidad interespecífica, lo cual no permitiría diferenciar genéticamente a dos especies diferentes.

 

2.1.2. Paramarteilia

 

Cuando hablamos del género Paramarteilia, pasamos de hablar de los moluscos como hospedadores a que lo sean los crustáceos. Así, Paramarteilia orchestiae es un parásito de especies anfípodas como Orchestia gammarellus, O. mediterránea y O. aestuarensis (Ginsburguer-Vogel et al. 1976; Ginsburger-Vogel y Desportes 1979a,b; Ginsburguer-Vogel 1991).

 

2.1.3. Marteilioides

 

Dentro del género Marteilioides se conocen 2 especies, Marteilioides chungmuensis y M. branchialis. La primera es un parásito de los ovocitos y se ha descrito en Crassotrea gigas de distintas regiones del Pacífico (Comps et al. 1986, 1987; Park y Chung 1989; Itoh et al. 2002). Aunque fue descrita, formalmente, por Comps y colaboradores en 1986 ya se había hablado de esta especie con anterioridad en varios artículos en los que se describía como ameba-like en gónadas de ostras recolectadas en la costa sur de Corea (Chung 1970; 1972; 1979) y Japón (Matsuzato et al. 1977). También se han registrado casos de protistas en C. gigas en EEUU (Becker y Pauley 1968) que se interpretaron como M. chungmuensis (Hine 1996). Por otra parte, se detectó un parásito protista en el ovario de la ostra Saccostrea echinata (Wolf 1977) que podría ser M. chungmuensis descrito anteriormente en Australia (Hine 1996). Y más recientemente, se han descrito la presencia de organismos Marteilioides-like en la almeja japonesa, Ruditapes phillipinarum, en la costa sur de Corea (Lee et al. 2001) y en Japón (Itoh et al. 2005). Por último, otra especie del género, Marteilioides M. branchialis, se describió en la ostra, Saccostrea glomerata, en Australia (Anderson y Lester 1992).

 

2.2. Clase Paramyxidea

 

La clase Paramyxidea incluye el género Paramyxa (Chatton 1911). Paramyxa paradoxa es un parásito de larvas planctónicas del poliqueto anélido, Poecilochaetus serpens (Chatton 1911; Desportes y Lom 1981). Aunque este organismo comparte características comunes con los miembros de la clase Marteiliidae, se diferencia principalmente en que muestra un paso de división celular interpretado como una reducción cromática para dar lugar a la producción de un esporoplasma haploide (Desportes 1981).

 

Los esfuerzos desarrollados para abordar la sistemática de estos organismos, y el énfasis que se ha dado a la taxonomía y filogenia de este filo pueden resultar, aparentemente, sorprendentes. Sin embargo, estos esfuerzos son llevados a cabo por razones de peso ya que, entre estos organismos, se encuentran algunos de los responsables de las mortalidades masivas y de las pérdidas económicas más importantes de la acuicultura. Debido a esto es de vital importancia diagnosticarlos adecuadamente para proveer una base científica en los programas de monitoreo (Berthe et al. 1999).

213Marteilioides
22Paramyxidea
3PATOGENIA

3. PATOGENIA

 

Tal y como se ha comentado anteriormente, los parásitos del filo Paramyxea pueden tener un efecto letal en sus hospedadores. Así, Marteilia refringens es el agente causal de la enfermedad de los Abers, que provoca elevadas mortalidades en la ostra plana, Ostrea edulis, en Europa (Alderman 1979; Grizel 1985), y Marteilia sydneyi es la responsable de la enfermedad QX en la ostra Saccostrea glomerata en Australia (Perkins y Wolf 1976; Adlard y Ernst 1995). Marteiliodes chungmuensis (Comps et al. 1986) es también un patógeno serio que afecta a la ostra del Pacífico, Crassostrea gigas, especie de gran importancia en la ostricultura mundial, aunque el parásito no ocasiona mortandades masivas pero las lesiones que provoca suponen la pérdida de valor comercial del hospedador. En otros casos, como ocurre generalmente con Mytilus spp., pueden no ser los responsables de mortalidades elevadas, pero sí pueden provocar problemas de carácter fisiológico como la pérdida de índice de condición o problemas en el desarrollo gonadal (Villalba et al. 1993b; Pérez Camacho et al. 1997).

 

Los Paramyxea afectan principalmente a dos sistemas, el digestivo y el reproductivo (Berthe et al. 2004). Existen algunas excepciones como es el caso de Marteiloides branchialis que afecta a las branquias de su hospedador S. glomerata (Anderson y Lester 1992). En el caso del género Marteilia, la glándula digestiva parece ser el órgano diana, a excepción del hospedador A. grani, donde el parásito se localiza en el ovario del copépodo (Audermard et al. 2002) o Marteilia sp. Que afecta al tejido renal de Tridacna maxima (Norton et al. 1993). Es de resaltar este hecho de que M. refringens se desarrolle en el ovario del copépodo A. grani. Si se tiene en cuenta que en su hospedador inmediatamente precedente, la ostra O. edulis, el parásito afecta al sistema digestivo, parece ser que el mismo parásito alterna diferentes tejidos diana según la especie a la que parasita (Berthe et al. 2004).

 

Los efectos patológicos producidos por los paramyxeos sobre los hospedadores han sido ampliamente descritos para la ostra Ostrea edulis y mejillones Mytilus spp. causados por el parásito Marteilia refringens y para la ostra Saccostrea glomerata causados por el parásito Marteilia sydneyi.

 

Marteilia refringens parasita el sistema digestivo de Ostrea edulis. Las ostras planas parasitadas experimentan la disminución o ausencia de crecimiento y muestran una masa visceral decolorada de tono amarillo claro (Comps 1970). El parásito progresa a expensas de las células epiteliales del sistema digestivo del hospedador, limitando la actividad metabólica de éste y perturbando sus funciones digestivas, así mismo, produce obturación mecánica a nivel de los túbulos hepatopancreáticos (Comps 1970; Grizel et al. 1974). De esta manera la acción patógena de M. refringens puede dar lugar a una modificación del metabolismo celular de la ostra, así como a la desintegración de los túbulos digestivos. Las esporas maduras de Marteilia refringens, se liberan al medio ambiente a través del lumen de los túbulos digestivos y del intestino. Esta liberación está asociada con la destrucción del epitelio de la glándula digestiva del hospedador y de los túbulos digestivos secundarios (Alderman 1979; Robledo y Figueras 1995). Algunos autores también han sugerido la existencia de una toxina segregada por el parásito (Grizel et al. 1974). En cuanto al metabolismo del hospedador, M. refringens puede interferir con la acumulación de glucógeno de reserva (Grizel et al. 1974). Por otro lado, la presencia del parásito también tiene efectos negativos en la gametogénesis y en el desarrollo gonadal (Robert et al. 1991). Todos estos factores tienen como resultado final una inhibición del crecimiento, una elevada pérdida de índice de condición y, finalmente, pueden causar la muerte del individuo (Figueras y Villalba 1988; Figueras et al. 1991). En estadíos terminales de la enfermedad, las ostras exhaustas no son capaces de cerrar las valvas (His et al. 1976). La marteiliosis afecta a las ostras principalmente durante el verano. En Europa, se han descrito infecciones por Marteilia desde Mayo a Diciembre con un pico entre Junio y Agosto (Grizel 1985, Audermard et al. 2001), mientras que en Australia la infección por M. sydneyi en la ostra S. glomerata empieza en Enero con un pico en Febrero y las mortalidades asociadas a la infección se detectan a lo largo de todo Abril y Mayo (Peters y Raftos 2003).

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Los problemas que produce M. refringens sobre los mejillones Mytilus edulis y Mytilus galloprovincialis son similares a los descritos en Ostrea edulis. En casos de infección severa se reduce la absorción de materia orgánica por parte del bivalvo (Pérez Camacho et al. 1997). Este tipo de infecciones también pueden producir una pérdida en el índice de condición como consecuencia de una reducción en el aporte energético. Además, el parásito puede interferir directamente sobre el proceso de alimentación y asimilación del hospedador simplemente con su presencia. El desarrollo de células adipo-granulares de almacenaje en el manto del mejillón, Mytilus galloprovincialis, se ve disminuido por la presencia de Marteilia refringens (Villalba et al. 1993b). Al igual que ocurre con O. edulis las esporas maduras también rompen los túbulos digestivos al ser liberadas al medio externo (Robledo y Figueras 1995). Como se ha comentado anteriormente, el parásito también tiene efectos negativos sobre el desarrollo gonadal de los mejillones, ya que la presencia de este puede llegar a reducir la gametogénesis significativamente, haciendo que los individuos más parasitados sean incapaces de empezar un nuevo ciclo gametogénico al año siguiente (Villalba et al. 1993b). En el caso de los mejillones hay discrepancias entre autores a la hora de valorar el potencial letal de este parásito, así mientras algunos autores han responsabilizado a Marteilia refringens de mortalidades altas en mejillón (Villalba et al. 1993c; Fuentes et al. 1994) otros indican que la patogénesis de este paramyxeo no está asociada a mortalidades (Comps et al. 1982; Longshaw et al. 2001).

​Marteilia refringens, durante su ciclo de vida, también afecta al tejido ovárico del copépodo Acartia grani (Audermard et al. 2002), sin embargo aún no se conocen los efectos dañinos que puede causarle al mismo. Marteilia refringens se observó en juveniles y adultos femeninos del copépodo, pero nunca se detectó en machos. El tejido ovárico de Acartia grani está completamente poblado por M. refringens en forma de numerosas y pequeñas células en el interior de los ovocitos (Audermard et al. 2002). Este aparentemente elevado número de células parasíticas localizadas en el copépodo puede incrementar la probabilidad de que el parásito encuentre el próximo hospedador dentro de su ciclo de vida. Morfológicamente, los estadíos de Marteilia refringens observados en el copépodo parecen distintos de los observados en la glándula digestiva de la ostra, aunque son necesarios más estudios a nivel ultraestructural para confirmar esto.

 

Los efectos causados por Marteilia sydneyi sobre Saccostrea glomerata son similares a los explicados anteriormente de M. refringens sobre O. edulis (Wolf 1979; Perkins y Wolf 1976). En la infección por Marteilia sydneyi, se describió una reducción en la actividad fenoloxidasa, sugiriendo que la inhibición por el parásito pudiera facilitar el desarrollo de la enfermedad, ya que la cascada fenoloxidasa es un mecanismo de defensa del hospedador (Peters y Raftos 2003).

 

En la almeja gigante, Tridacna maxima, se describió Marteilia sp. En los riñones, donde induce focos pulvurulentos o acúmulos de pseudoquistes (Norton et al. 1993). Aparentemente los quistes se forman a raíz de la proliferación del epitelio ciliado de los conductos renales. Aunque esta especie de Marteilia puede ser patogénica para el hospedador, al igual que en el caso anterior, no se ha vuelto a revisar desde su descripción inicial.

 

La infección por Marteilia sp. de la vieira Argopecten gibbus está asociada con la reducción del músculo aductor, la apertura de las valvas y retracción del manto. En los casos de infecciones muy severas el hospedador tiene que utilizar sus propios tejidos de forma catabólica para obtener la energía que no puede obtener a partir de la alimentación por lo que las mortalidades de éste se asocian a la falta de nutrientes (Moyer et al. 1993; Berthe et al. 2004).

 

Otras especies destacables del género Marteilia son: Marteilia lengehi que afecta a Saccostrea cucullata del Golfo Pérsico y nordeste de Australia (Comps 1976; Hine y Thorne 2000) y Marteilia christenseni que es un parásito de Scrobicularia piperata detectado en la costa Atlántica de Francia y parece no provocar ninguna reacción importante sobre su hospedador (Comps 1983).

 

El género Marteilioides presenta también especies parásitas de moluscos. Así, Marteilioides branchialis causa múltiples lesiones focales (1-2 mm de diámetro) en las branquias de S. glomerata, estas lesiones están asociadas a la proliferación de las células epiteliales de la branquia y a una infiltración de granulocitos (Anderson y Lester 1992). Sin embargo, el modo de entrada de los patógenos en el hospedador no se conoce con precisión (Anderson et al. 1994a) y el patógeno no se ha vuelto a revisar desde su descripción original.

 

Marteilioides chungmuensis es un parásito que infecta el ovario de Crassostrea gigas (Chung 1979; Comps et al. 1986; 1987, Itoh et al. 2002). El impacto de M. chungmuensis en el ciclo reproductivo de la ostra no está claro. Según Park y Chung (1989) no hay una evidencia clara de ningún efecto dañino del parásito sobre el hospedador, aunque las ostras infectadas desarrollan una especie de nódulos en la gónada durante la época de puesta. Estas lesiones son apreciadas microscópicamente, lo que hace que este producto no sea aceptado en el mercado, llevando consigo unas serias pérdidas económicas. Las células parasíticas de M. chungmuensis se distribuyen normalmente en el interior del ovario, localizándose en el interior del oocito. En infecciones intensas, se observa una acumulación de los hemocitos en las proximidades de las paredes de los folículos (Ngo et al. 2003). Los huevos infectados pueden ser retenidos en los folículos del ovario o expulsados al medioambiente a través de las branquias. Se han observado cambios estacionales en la prevalencia e intensidad de infección de M. chungmuensis en el ciclo reproductivo de Crassostrea gigas lo que sugiere que la infección puede causar un fallo en la puesta retrasándola o rompiendo los oocitos maduros.

 

Para hacer frente a los patógenos los moluscos cuentan con un sistema inmune. Sin embargo, el conocimiento que tenemos sobre la inmunología de moluscos es escaso. No obstante, se sabe que tan sólo poseen el sistema inmune innato, no adaptativo, dentro del que se encuentran los mecanismos de defensa humorales y los mecanismos de defensa celulares que se explicarán con más detalle en otro capítulo de este libro.

 

Se ha constatado la implicación de algunos mecanismos de defensa en moluscos parasitados con especies del filo Paramyxea, así, la infección por Marteilia refringens puede producir un aumento significativo en el número de hemocitos en la hemolinfa de los moluscos afectados (Carballal et al. 1998). En infecciones avanzadas se han podido observar infiltraciones hemocíticas de diferente grado alrededor de los túbulos digestivos primarios y secundarios (Alderman 1979; Robledo y Figueras 1995). Sin embargo, en fases iniciales de la infección los plasmodios situados en el epitelio del estómago y de los túbulos digestivos primarios parece que no provocan ninguna reacción hemocitaria (Robledo y Figueras 1995). En los casos en los que los plasmodios de M. refringens se localizan en las branquias del molusco pueden estar asociados a una fuerte infiltración hemocitaria en la zona adyacente al parásito (Robledo y Figueras 1995).

 

En el caso de infecciones iniciales de M. sydneyi, se ha observado hiperplasia epitelial, hipertrofia, fusión de los filamentos branquiales e infiltración hemocitaria (Kleeman et al. 2002a).

4. CICLO DE VIDA

 

En la actualidad no se conoce exactamente el ciclo de vida completo de Marteilia refringens, la parte más conocida es su desarrollo en la ostra, Ostrea edulis. En numerosos artículos publicados de este parásito paramyxeo y de Marteilia sydneyi en Australia, se ha postulado la existencia de un ciclo de vida complejo aunque, como ya se comentó anteriormente, se desconoce su ciclo de vida exacto y los mecanismos de transmisión (Balouet 1979; Balouet et al. 1979; Lauckner 1983; Grizel 1985; Figueras y Montes 1988; Berthe et al. 1998, Kleeman y Adlard 2000; Audermard et al. 2001; 2002).

 

Las primeras descripciones de M. refringens en ostra (Herrbach 1971), pusieron en evidencia células esféricas uninucleadas del parásito que junto con otras células polinucleadas de tipo plasmodial (Comps 1970) evolucionaban a estadíos polinucleados maduros de este (Grizel et al. 1974). Estudios posteriores indicaron que estas células descritas por Herrbach (1971) y Comps (1970) se correspondían con estadíos primarios del ciclo de desarrollo de M. refringens, conocidas como células primarias y células secundarias y se encontraban principalmente en el epitelio ciliado del estómago y de los túbulos digestivos primarios de la ostra plana (Grizel et al. 1974). Las células primarias se caracterizan por tener de 9 a 10 μm de diámetro y contener en el citoplasma inclusiones paracristalinas, formaciones vacuolares y haplosporosomas (Perkins 1976). Mediante una diferenciación del citoplasma del entorno de los núcleos (fruto de una división endógena del núcleo de la célula primaria) se forma un número variable de células secundarias (1-4 para P. paradoxa, 2-3 para M. chungmuensis, 8 para M. refringens, 1-12 para P. orchestiae y 8-16 para M. sydneyi) que se caracterizan por poseer un nucleolo voluminoso e inclusiones citoplasmáticas densas a los electrones. Posteriormente, estas células secundarias darán lugar, cada una de ellas, a cuatro células terciarias llamándose a este conjunto esporangio (Grizel et al. 1974; Audermard et al. 2001). En el estadío de madurez la pared de la célula primaria se rompe produciéndose la liberación de los esporangios (Herrbach 1971; Grizel 1985) observados en las heces del huésped y así liberados al medio externo (Perkins 1976; Audermard et al. 2002). El mismo patrón de desarrollo del parásito ha sido observado en los tejidos del mejillón (Villalba et al. 1993c; Robledo y Figueras 1995). El proceso de esporulación del parásito en el mejillón está asociado a una colonización masiva de los divertículos digestivos, llegándose a ocupar hasta el 100% de los túbulos digestivos en un proceso sincrónico, que asegura que la producción de esporas se produzca simultáneamente en todos los túbulos digestivos afectados (Villalba et al. 1993c). Esta afección masiva de los divertículos digestivos se traduce en una reducción significativa de la absorción de materia orgánica por parte del mejillón (Pérez Camacho et al. 1997). En el caso de la infección de la ostra S. glomerata por M. sydneyi, también se constató un aumento exponencial del número total de parásitos en el proceso de colonización de los divertículos digestivos, llegándose al extremo de ocupar todo lugar disponible en el epitelio del 100% de los túbulos digestivos (Kleeman et al. 2002a). Estos autores demostraron que la infección comienza en el epitelio de branquias y palpos labiales de la ostra, desde donde el parásito prolifera a través del tejido conjuntivo y del circulatorio y alcanza los divertículos digestivos.

 

La dinámica del parásito parece estar influenciada de una forma importante por la temperatura (Balouet 1977). Así, las tasas de parasitación e intensidad de infección de M. refringens sobre O. edulis en la costa atlántica de Francia son mayores en verano y menores en los meses de Marzo y Abril (Grizel 1985; Audermard et al. 2001). La dinámica del parásito en Mytilus spp. es similar a la descrita para la ostra plana pero existe una importante diferencia: las formas maduras de M. refringens se han observado con diferentes intensidades en el sistema digestivo de Mytilus galloprovincialis a lo largo de todo el año (Villalba et al. 1993c; Robledo y Figueras 1995). Parece que también influyen la salinidad y la tasa de renovación del agua en la distribución del parásito, así se observaron tasas de parasitación más elevadas en las zonas más internas de las rías gallegas (Villalba et al. 1993c; Robledo y Figueras 1995).

 

Observaciones de campo han llevado a los investigadores a sospechar la implicación de otras especies de hospedadores en la transmisión de Marteilia refringens (Balouet 1979; Balouet et al. 1979a; Grizel 1985, Lester 1986). Así, se ha sugerido la implicación de peces filtradores o invertebrados ya que esporontes de M. sydneyi se liberan al medio ambiente antes de la muerte del hospedador (Roubal et al. 1989). Sin embargo, el alimento de peces con grandes cantidades de esporas no dio lugar a la infección; aparentemente, la espora pasaba a través del estómago. Grizel (1985) sugirió que las esporas de Marteilia refringens podrían requerir de un periodo previo de maduración en el agua de mar o en el sedimento antes de llegar a ser infectivas. En el caso de M. sydneyi, un estudio experimental había demostrado que las esporas tienen un período de vida corto una vez liberadas al medio ambiente (Wesche et al. 1999). Este estudio también sugirió que no existen evidencias de que los pájaros o los peces jueguen un papel en el ciclo de vida o en la dispersión del parásito considerando que las esporas no sobreviven después de dos horas de ser ingeridas.

Posteriormente, con la ayuda de la biología molecular, se pudo avanzar un poco más en estos estudios. Así, basándose en las secuencias del gen de la SSU rRNA de Marteilia refringens, se han desarrollado cebadores específicos y sondas para hibridación in situ permitiendo detectar ADN de Marteilia (Le Roux et al. 1999; Berthe et al. 2000). La PCR y la hibridación in situ representan unas herramientas muy valiosas de diagnóstico del patógeno en posibles hospedadores, porque son técnicas sensibles, rápidas e independientes del estadío de desarrollo del patógeno y de su lugar de localización en el hospedador (Mialhe et al. 1995). Usando la PCR se identificó el copépodo, Paracartia (Acartia) grani como hospedador potencial de Marteilia refringens (Audermard et al. 2002) y su presencia en tejido ovárico de A. grani se confirmó mediante hibridación in situ. En el mismo estudio, se demostró la transmisión del parásito entre O. edulis y A. grani, demostrándose que estas dos especies son contiguas en el ciclo de vida del parásito, sin embargo, los primeros intentos de transmisión reversa fallaron sugiriendo o bien la existencia de un segundo hospedador intermediario implicado, o bien, la necesidad de una fase previa de maduración del parásito en el medio. La implicación de A. grani en el ciclo de vida de Marteilia refringens parece consistente tanto con la ecología del copépodo como con la epidemiología de la enfermedad. A. grani se observa principalmente en primavera y verano de manera que el ciclo estacional de Marteilia refringens (que ya comentamos anteriormente) concuerda con el ciclo estacional de A. grani (Grizel 1985; Audermard et al. 2002). Por otro lado, la distribución geográfica de A. grani también se asemeja a la distribución geográfica de Marteilia refringens. No obstante, todavía no se ha confirmado de manera fehaciente que la transmisión del parásito desde el copépodo al molusco sea viable, por lo que el papel del copépodo en el ciclo de vida del parásito no se ha aclarado suficientemente.

 

Recientemente, Carrasco et al. 2008 observaron diferentes patrones de desarrollo del parásito en el copépodo A. grani dependiendo de la fuente de infección (ostras o mejillones) sugiriendo que aunque los últimos estudios genéticos sobre la taxonomía de Marteilia sp. hayan indicado que M. refringens y M. maurini son dos tipos de una misma especie, ecológicamente podrían tener comportamientos diferentes en sus ciclos de vida, y utilizar diferentes especies para el papel de hospedadores intermediarios. Estos autores, detectaron también mediante PCR la presencia del parásito en seis taxones diferentes de zooplancton incluyendo copépodos (tres Calanoida, Acartia discaudata, A. clausi y A. italica; un Cyclopoida, Oithona sp.; y un Harpaticoida, Euterpina acutiffrons), y estadíos larvarios de crustáceos decápodos (larvas zoea de Brachyura, probablemente Portummus sp.) (Carrasco et al. 2007). Los autores proponen estos taxones como nuevos candidatos para estudio, ya que podría tratarse de hospedadores intermediarios en el proceso de infección de Marteilia refringens.

 

Como se dijo al principio de este apartado hay poco conocimiento sobre la biología de M. refringens, sin embargo se trata del paramyxeo que más se conoce ya que el ciclo de vida de otros paramyxeos está todavía menos estudiado. Menos documentado está el desarrollo de Marteilioides chungmuensis en la ostra del Pacífico (Park y Chung 1989; Imanaka et al. 2001; Itoh et al. 2002). No se conocen otros estadíos de desarrollo diferentes a los estadíos de esporulación en el ovario. El parásito invade los ovocitos inmaduros que remueven hacia el centro del folículo durante su desarrollo. El crecimiento del parásito se correlaciona con el crecimiento y maduración de los oocitos del hospedador (Itoh et al. 2002). Las esporas o propágulos pueden ser liberados al exterior mediante el canal genital.

 

Con el desarrollo de las nuevas técnicas moleculares se irá avanzando cada vez más en este campo (Kleeman y Adlard 2000; Itoh et al. 2003).

 

5. DIAGNÓSTICO

 

Para muchos de los patógenos de moluscos bivalvos, las técnicas de diagnóstico son muy limitadas y las investigaciones se restringen a estudios histológicos y ultraestructurales (Miahle et al. 1995). Mientras que muchos patógenos son difíciles de detectar y reconocer usando dichos métodos, los paramyxeos son fácilmente diagnosticados, a nivel de género, aplicando metodologías simples como la histología o la citología (Fig. 2). Sin embargo, existe la necesidad de aplicar técnicas de diagnóstico más eficaces que sean capaces de distinguir entre especies, dado su gran impacto económico.

 

El control efectivo de la marteiliosis, como la mayoría de las enfermedades de moluscos, requiere el uso de técnicas específicas, sensibles y rápidas (Berthe et al. 1999; Cunningham 2002). Se ha puesto énfasis en la tremenda importancia de estas técnicas cuando hablamos de la taxonomía y del ciclo de vida del parásito pero cobran todavía mayor relevancia al hablar del diagnóstico de los paramyxeos. El desarrollo de técnicas moleculares fue posible gracias a la puesta a punto de protocolos para la purificación del parásito a partir de tejidos infectados (Miahle et al. 1985; Robledo et al. 1995; Itoh et al. 2003).

 

Varios artículos han descrito técnicas de diagnóstico basadas en el uso de anticuerpos de Marteilia spp. (Roubal et al. 1989; Tiscar et al. 1993; Anderson et al. 1994a; Robledo et al. 1994; Pernas et al. 2000). La técnica de ensayo de inmunofluorescencia indirecta (IFAT) se usó para la detección de M. sydneyi usando anticuerpos policlonales (Roubal et al. 1989). Se ha demostrado que los anticuerpos se unen a la membrana de la célula secundaria, a los gránulos refringentes, a la pared de la espora y a los haplosporosomas de M. sydneyi. Posteriormente, se describió otro ensayo de IFAT incorporando un anticuerpo policlonal contra M. sydneyi (Anderson et al. 1994a) comprobándose que era específico de M. sydneyi cuando se intentó probar frente a M. refringens, M. maurini, Martielia sp. y Marteilioides chungmuensis. También se desarrolló un anticuerpo policlonal específico de Marteilia sp. de mejillón M. galloprovincialis que se une a la estructura de la espora (Tiscar et al. 1993). Sin embargo, se reconoce la dificultad del uso de anticuerpos policlonales como técnicas de diagnóstico rutinarias.

5DIAGNOSTICO
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FIGURA 2. Corte histológico de mejillón, Mytilus galloprovincialis. A y B. Frotis de glándula digestiva Las flechas señalan los esporontes refringentes. C y D. Células primarias (flechas) de Marteilia refringens en el epitelio digestivo. E. Aspecto de una infección avanzada, con los túbulos digestivos del mejillón repletos de esporontes refringentes (flechas). Barra en A y E: 50 μm, B y C: 20 μm y F: 10 μm.

Hasta ahora, las sondas de genes utilizadas en el diagnóstico de la marteiliosis en los moluscos cultivados se han desarrollado para la detección de las especies de paramyxeos con una mayor implicación económica, Marteilia refringens (Lubat 1990; Le Roux et al. 1999; 2001), M. sydneyi (Anderson et al. 1995; Kleeman y Adlard 2000) y M. chungmuensis (Itoh et al. 2003). El desarrollo de estas técnicas está avanzando lentamente y todavía más lenta va su aplicación rutinaria en los programas de vigilancia para la detección de la marteiliosis y para prevenir la dispersión de los paramyxeos.

 

El ADN es una molécula muy útil para usarse como base en las técnicas de diagnóstico porque su secuencia no varía a lo largo del ciclo de vida o de la fase de desarrollo del patógeno y tampoco varía con el hospedador o con la localización del parásito en los distintos tejidos de este. Esto es de particular interés, teniendo en cuenta que aparentemente Marteilia spp. en Europa no tiene especificidad de hospedador. Por otro lado, el uso rutinario de técnicas de diagnóstico basadas en ADN puede llegar a dar resultados erróneos (falsos positivos o falsos negativos) (Walker y Subasinghe 2000; Cunningham 2002). No todas las regiones del ADN se pueden usar como dianas para el diseño de los cebadores o de las sondas. Los organismos más relacionados como, por ejemplo, Marteilia refringens y Marteilia maurini (Le Roux et al. 2001) o M. refringens y M. sydneyi (Kleeman et al. 2002b) tienen un alto grado de similitud en su secuencia, haciendo difícil el diseño de cebadores o sondas específicas.

 

El desarrollo de técnicas moleculares de diagnóstico especie-específicas será más fácil a medida que se vayan conociendo las secuencias de más genes y patógenos. Frecuentemente, sin embargo, cuando las secuencias de ADN han sido descritas en distintos laboratorios no se corresponden con el mismo gen o la misma región del gen, impidiendo estudios taxonómicos y comparaciones de secuencias para el desarrollo de técnicas de diagnóstico. Hay que hacer esfuerzos para obtener secuencias de las mismas regiones de los organismos relacionados para optimizar la oportunidad de desarrollar sondas y cebadores de PCR específicos con la 

especificidad deseada y en el caso de los paramyxeos los esfuerzos se han centrado en el gen de la subunidad ribosomal pequeña (Le Roux et al. 1999; 2001; Berthe et al. 2000, Kleeman y Adlard 2000; Itoh et al. 2003).

 

Estos genes rRNA son dianas muy útiles para los ensayos de diagnóstico porque hay muchas copias en el genoma, lo que puede ayudar a asegurar la buena sensibilidad y además ofrecen un mosaico de regiones variables que permiten el análisis a distintos niveles de resolución. Las secuencias disponibles son útiles para estudios filogenéticos que ayudan a clarificar la taxonomía de estos parásitos. Sin embargo, para minimizar la posibilidad de que las técnicas de diagnóstico molecular especie-específica fallen al detectar una cepa en concreto de un patógeno, se deben secuenciar el mayor número posible de cepas de un amplio rango de distribución geográfica.

Para el diagnóstico de los paramyxeos la O.I.E recomienda el uso de técnicas tanto de vigilancia como presuntivas y confirmatorias. Los programas de vigilancia de marteiliosis rutinarios se llevan a cabo mediante técnicas histológicas o improntas de glándula digestiva. Las improntas de glándula digestiva permiten diagnosticar con facilidad los estados avanzados de la enfermedad, pero no detectan las infecciones poco avanzadas en que el parásito se localiza exclusivamente en el epitelio del estómago. La histología proporciona mucha información, presencia de otros patógenos, condiciones patológicas, reacciones del hospedador o pérdida de condición después de la puesta. Las técnicas de tinción usuales son las basadas en hematoxilina-eosina (Howard et al., 2004 Thoeson 1994). Cuando se usa una tinción como hematoxilina-eosina las estructuras nucleares y basofílicas se tiñen de un color azul-púrpura oscuro, el retículo endoplasmático se tiñe de azul mientras que el citoplasma adquiere una coloración grisácea. La tinción ácida de eosina tiñe las otras estructuras de rosa. Esta técnica de tinción es simple y reproducible y aunque sólo permita una diferenciación limitada de las estructuras celulares, es posible detectar los paramyxeos y las anormalidades en el tejido y la estructura celular.

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Se pueden aplicar otras técnicas para determinar otras estructuras o características peculiares como la tinción tricrómica de Millot´s (Gutiérrez 1977).

 

Cuando ocurren casos de mortalidades anormales, las técnicas de diagnóstico presuntivas como las improntas de tejido se pueden utilizar además de la histología dada su rapidez en el diagnóstico. También en este caso, la PCR es muy útil para generar resultados sensibles y específicos (Walker y Subasinghe 2000; Cunningham 2002). Los problemas de la PCR son que las infecciones leves se pueden perder si el tejido es submuestreado o si factores inhibitorios en los tejidos de los moluscos dan resultados negativos. Esto ha sido discutido cuando se utiliza la PCR como un método de screening para la detección de hospedadores alternativos (Audermard et al. 2002). Además, la extremada sensibilidad de la PCR puede dar un resultado positivo incluso cuando el patógeno no se encuentra viable; de manera que se deben incluir controles positivos y negativos así como controles internos en los protocolos (Le Roux et al. 1999). Burreson (2008) revisó las precauciones necesarias en el uso de la PCR cuando se aplica en la búsqueda de hospedadores nuevos de parásitos conocidos.

 

Cuando se encuentra un patógeno en programas de muestreo rutinarios o en casos de mortalidades anormales es necesaria la utilización de la microscopía electrónica de transmisión para una identificación específica. El estudio ultraestructural de M. refringens permitió la descripción de las fases de desarrollo de este (Grizel et al. 1974), y puso de manifiesto diferencias entre las especies de Marteilia descritas en Europa (M. refringens y M. maurini) parasitando a la ostra y el mejillón respectivamente (Comps et al. 1981). Posteriormente, se puso en entredicho la validez de la técnica para distinguir los dos tipos del parásito (Villalba et al. 1993c; Longshaw et al. 2001). Actualmente, la microscopía electrónica de transmisión tiene un uso restringido para la diagnosis del parásito, no obstante, es una técnica relevante a la hora de estudiar nuevas fases de desarrollo del parásito en moluscos bivalvos o en otros hospedadores intermediarios.

 

Para diferenciar M. refringens de M. maurini, se identifican los polimorfismos a lo largo de los productos de PCR analizando los sitios de corte de la enzima de restricción HhaI (Le Roux et al. 1999). Los fragmentos resultantes de la restricción son analizados por medio de un gel de electroforesis al 2%. El perfil correspondiente a M. maurini da tres bandas de 256, 157 y 68 pares de bases, mientras que el perfil correspondiente a M. refringens da dos bandas de 226 y 156 pares de bases.

 

Hay protocolos más detallados para el diagnóstico de Marteilia spp. en el manual de la O.I.E. Este manual está permanentemente revisado y actualizado, se puede consultar en http://www.oie.int/eng/normes/fmanual/Asummry.htm).

 

6. MÉTODOS DE CONTROL

 

La prevención de la marteiliosis es de crucial importancia en la acuicultura de moluscos ya que los episodios de mortalidad son un cuello de botella para la producción debido a que afectan al desarrollo socioeconómico del sector. En Francia, durante la década de los setenta los episodios de mortalidad debidos a la marteiliosis y a la bonamiosis (otra enfermedad de graves consecuencias que afecta a los moluscos bivalvos y que se explicará en detalle en otro capítulo) llevaron consigo una disminución de la producción desde aproximadamente 20.000 toneladas por año en 1970, a unas 2.000 toneladas por año a principios de los años ochenta (Goulletquer y Héral 1997). En aproximadamente una década, la producción de ostra plana en Francia sufrió un fuerte declive que llegó a impactar negativamente en la economía del país (Berthe et al. 2004).

 

Hay muy pocos medios para reducir el efecto de los patógenos en la acuicultura. Por lo general, los moluscos son cultivados en mar abierto lo que limita fuertemente el potencial uso de quimioterapias por la gran cantidad de producto usado, su impacto en el medio ambiente y el riesgo de reinfección. Igualmente, la vacunación no es una opción ya que los moluscos no poseen inmunidad adquirida y, por tanto, no producen anticuerpos.

6CONTROL

La transferencia de patógenos por los movimientos de los organismos acuáticos parece una importante causa de la propagación de dichas epizootías. Teniendo esto en cuenta, uno de los muy pocos medios de reducir el impacto de dichos patógenos en las poblaciones de moluscos explotadas comercialmente es establecer programas efectivos de control para prevenir la transferencia de los stocks infectados. Este método de control se realiza mediante la restricción de movimiento de animales infectados a áreas que se sepa o se sospechen que están libres de Marteilia (O.I.E. 2009) o Marteiliiodes (Elston 1993; Bower et al. 1994).

 

Se ha descrito que M. refringens fue controlada en Holanda por una combinación de programas de vigilancia y restricción de cultivo de ostras en Yerseke Bank donde todos los stocks de ostras infectados habían sido recolectados o destruidos (Van Banning 1988). Aunque visto como un caso paradigmático de gestión saludable, la explicación más probable es que el parásito no hubiera tenido la capacidad de cerrar su ciclo de vida (Audemard et al. 2002). Por lo tanto, de lo que se trata es de que en una región o país en donde existan moluscos infectados con cualquiera de estos patógenos no se autorice la exportación hacia áreas libres de la enfermedad. Así, en este sentido, el acceso a pruebas de diagnóstico rápidas, fiables y sensibles es de vital importancia. En zonas endémicas, la reducción del impacto de los patógenos iría unido a aumentar el conocimiento de su biología (tolerancia a la temperatura y salinidad, ciclos de vida, presencia de hospedadores intermediarios, rutas de transmisión, …) y a la mejora genética de las especies hospedadoras para aumentar su resistencia a la enfermedad. En este último caso, se debe tener un mayor conocimiento de los mecanismos de defensa de los moluscos para poder llegar a controlar las relaciones hospedador-parásito. Hasta el momento, se han llevado a cabo pocos experimentos para obtener ostras resistentes a Marteilia spp. mediante selección genética. En Australia, se han llevado a cabo informes preliminares de resistencia a M. sydneyi mediante programas de selección masiva de los hospedadores supervivientes. Newton et al. (2004) Observaron que ostras con un nivel de resistencia a la marteiliosis tenían mayor actividad fenoloxidasa (PO) e identificaron una nueva forma de PO que puede contribuir a aumentar la defensa inmune en el stock seleccionado. Estos estudios pueden dar lugar a la provisión de un marcador genético que puede usarse con confianza para garantizar niveles comercialmente viables de resistencia a la marteiliosis.

 

Datos recientes obtenidos a partir de la biología de M. refringens pueden dar lugar al desarrollo de nuevas estrategias de gestión basadas en un mayor conocimiento del ciclo de vida del parásito (Berthe et al. 1998; Audemard et al. 2001; 2002). Mediante la recolección de ostras fuera del período de tiempo en el que hay una mayor probabilidad de que éstas se infecten con M. refringens, el riesgo de la marteiliosis se puede reducir. En áreas endémicas, las semillas y juveniles de ostra se deberían reducir entre Junio y Agosto, ya que ése es el periodo de transmisión de M. refringens (Perkins 1993). De modo parecido, las ostras con riesgo de infectarse con M. sydneyi en el hemisferio sur, no se deberían sembrar durante el periodo de Enero a Marzo y se deberían recolectar antes de acabar Diciembre (Bower et al. 1994).

 

Una vez que se determine de forma concluyente el papel de los copépodos en el ciclo de vida de M. refringens, se podría establecer una estrategia más fina de control mediante un mapeo de la distribución temporal y geográfica de estas especies. Las aguas con influencia oceánica podrían usarse para almacenamiento temporal. Como el desarrollo de M. refringens está influenciado por la temperatura y la salinidad, se podría controlar este parásito creciendo y manteniendo las ostras en aguas de elevada salinidad (Grizel 1985; Bower et al. 1994) o en aguas de baja temperatura ya que se necesita un umbral de 17 ºC para establecer nuevas infecciones de M. refringens en ostras, (Grizel 1985; Berthe et al. 1998; Audemard et al. 2001; 2002). Por otro lado, en el caso de M. sydneyi las observaciones indican que los episodios de outbreaks no están correlacionados con fluctuaciones en el pH, salinidad y temperatura del agua (Anderson et al. 1994b; Wesche 1995).

 

Aunque los tratamientos muestran pocas promesas en el control de las enfermedades de moluscos, se han sugerido varios métodos para el control de Marteilia spp... Así, se han probado químicos como el azul de metileno, el verde malaquita y el furanace, pero no han resultado efectivos para matar a M. refringens en las ostras infectadas O. edulis (Grizel 1979). También se intentó erradicar M. sydneyi de su hospedador natural, S. glomerata, por inmersión o inyección de pirimetamina y sulfadoxina, trimetoprima y sulfametoxazol, fosfato de cloroquina o pirimetamina (Lester 1986). Todos estos tratamientos químicos no fueron efectivos para controlar y destruir los parásitos y, sin embargo, mataron a las ostras. Una vez en el medio ambiente, propágulos de Marteilia tienen, aparentemente, una vida corta. Pruebas con esporas de M. sydneyi demostraron que el tratamiento con 200 ppm de cloro mata el 99,5% de las esporas en dos horas y el 100% en 4 horas (Wesche et al. 1999). Estos tratamientos pueden ser utilizados para controlar la enfermedad en sistemas cerrados o semicerrados como los estanques (Audermard et al. 2001) o efluentes de instalaciones de stock.

 

Por último, hay que tener en cuenta que se ha descrito un hiperparásito para M. refringens (Comps et al. 1979). Nosema ormieresi (Microspora) se describió como hiperparásito de M. refringens, produciendo cambios necróticos como degeneración de células primarias y esporangios, alteración de la membrana, condensación del citoplasma y reducción en el número de esporas. La presencia de un hiperparásito similar fue observada en M. refringens de mejillones de Galicia Villalba et al. 1993c. Comps et al. (1979) sugieren que este hiperparásito tiene potencial como agente de control biológico. Sin embargo, desde su descripción inicial, este parásito no se ha estudiado con más profundidad debido a su rareza en el medio ambiente y al desconocimiento de su modo de transmisión. La posibilidad de usarlo como agente de control biológico parece remota por el momento.

 

7. CONCLUSIÓN

 

En este capítulo se hace una recopilación de toda la información referente a la taxonomía, patogenia, ciclos de vida, diagnóstico y métodos de control de los parásitos paramyxeos. Después de más de 30 años de estudio, estos organismos todavía plantean dudas que requieren de una mayor investigación.

 

La biodiversidad del grupo se cree que está subestimada dada la poca atención que se ha prestado a los parásitos de especies no rentables económicamente incluso en el campo de la ecología marina.

7CONCLUSION
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