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4.3.4 Huevos fertilizados de peces

 

Cuando se consigue inducir el desove es fácil obtener huevos fertilizados. En los casos en que, por una u otra razón, la inducción del desove no tiene éxito, es preciso extraer artificialmente de los reproductores los huevos y el semen y proceder a la fertilización artificial mezclando los productos sexuales obtenidos. Conviene tener presente que sólo los huevos ovulados pueden extraerse fácilmente por desove artificial. Por otro lado, algunos peces tienen músculos circulares alrededor del orificio sexual y, si esos músculos no se relajan y se dilatan, el desove artificial puede resultar difícil aún cuando los huevos estén ovulados. En algunos casos sólo es posible obtener los huevos abriendo a la hembra.

 

4.3.4.1 Fertilización artificial de los huevos de peces

 

Como se ha señalado anteriormente, algunos peces no desovan espontáneamente después de la ovulación. Por otro lado, a algunos peces, como la carpa común, no se les deja desovar espontáneamente, porque sus huevos necesitan un tratamiento especial, que consiste en disolver la capa adhesiva que los recubre, para hacer posible la incubación en vasijas, bajo control. Como la carpa común suelta los huevos inmediatamente después de la ovulación, es necesario vigilar a las hembras y capturarlas apenas comiencen a dejar salir los huevecillos, para proceder al desove artificial. Se puede también suturar el orificio genital (véase la Figura 22) para evitar que la puesta se verifique espontáneamente. Las hembras ovuladas pueden distinguirse introduciendo uno o dos machos en el tanque en que se encuentran: los machos seguirán a las hembras ovuladas y las golpearán suavemente con el morro alrededor del orificio genital, para inducir el desove. Las hembras de la mayoría de las especies no dejan salir los huevos ovulados si no hay un macho cerca de ellas. En esos casos es fácil impedir el desove espontáneo: basta tener a los machos y las hembras en tanques separados.

 

Obtención artificial de los productos sexuales. La ovulación, o proceso final de maduración de los huevos, no puede detenerse o invertirse. Una vez que el proceso ha comenzado es preciso obtener el desove, bien natural o artificialmente; en caso contrario, los huevos maduran demasiado y dejan de ser fertilizables. Por ello, es esencial proceder al desove artificial de las hembras ovuladas tan pronto como la mayoría de los huevos estén en el estadio de “muy maduros”. El tiempo que los huevos tardan en pasar de muy maduros a excesivamente maduros es poco y varía según las distintas especies, como se indica en el cuadro siguiente:

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Tiempo aproximado que transcurre entre la ovulación y la maduración excesiva de un 50 por ciento de los huevos que se encuentran en el ovario

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En general, los huevos de los peces de zonas tropicales y subtropicales llegan a la maduración excesiva antes que los de los peces de zonas templadas.

 

La mayoría de los huevos maduran y caen a la cavidad ovárica al mismo tiempo. Ello facilita el desove artificial, permitiendo que los huevos fluyan libremente en un chorro denso.

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Conocer las horas-grados del pez en cuestión es muy útil para establecer el momento exacto de la ovulación con un margen de sólo 10–20 min en más o en menos. Cuando se tratan al mismo tiempo 10–15 hembras, se empieza por desovar artificialmente a las que hayan ovulado antes; cuando se haya 

terminado con ellas, las otras estarán ya listas para el desove.

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La mayoría de los peces sueltan los huevos cuando se les saca del agua. Pero no es preciso sacar al pez del agua para comprobar si los huevos están maduros. Basta dar la vuelta a la hembra y presionar ligeramente la pared abdominal alrededor del orificio genital: si salen algunos huevecillos, es señal de que el pez está maduro.

 

Una vez que se ha elegido el reproductor apropiado para el desove artificial es preciso secar con una toalla suave todo el cuerpo del pez, en especial la parte inferior y la cola, y la mano del operador. Para conseguir el desove artificial, se presiona ligeramente con el pulgar cerca del orificio genital y se deja que los huevos vayan cayendo suavemente en un cuenco seco de plástico o de esmalte. Durante el desove, los peces no muy grandes se sujetan sólo con las manos, mientras los peces mayores (más de 4–5 kg) se colocan sobre una mesa mullida (Figura 23).

 

Si las hembras han sido suturadas, se notará que están maduras por la blandura del vientre y la presencia de algunos huevecillos entre los puntos de sutura. Pueden emplearse también machos para identificar las hembras maduras. Una vez sacada la hembra del agua, se seca bien con una toalla suave y se cortan los puntos de sutura. Si la hembra está bien madura, los huevos brotarán fácilmente, en un chorro espeso. Sólo para hacer salir los últimos huevos puede ser necesario presionar ligeramente. El desove a la fuerza (es decir, hacer salir los huevos a toda costa) ha de evitarse absolutamente, porque los huevos así obtenidos no serán aptos para la fertilización.

Al mismo tiempo que se desova artificialmente a las hembras es preciso obtener semen de los machos, bien extrayéndole o haciéndolo fluir. Para extraer el semen, se succiona con una pipeta, si se espera que el animal produzca sólo pocas gotas de leche, o con un colector, cuando se espera que el semen sea abundante. En ninguno de esos casos es preciso secar al pez, porque el semen puede succionarse directamente del orificio genital. Cuando se ha recogido semen suficiente, se vierte sobre los huevos y se mezcla inmediatamente con ellos, “en seco”, con una cuchara de plástico o una pluma.

 

Un equipo bien adiestrado de tres o cuatro personas puede completar el desove artificial de 10–15 hembras y la extracción de semen de un número adecuado de machos en unos 30–50 min. El equipo que es necesario para la obtención de los productos sexuales y para la fertilización artificial puede verse en la Figura 24.

 

Disolución de la capa adhesiva que recubre la membrana del huevo. Los huevos ovulados maduros de muchos peces, especialmente la carpa, están recubiertos de una capa adhesiva, que contiene glucoproteína, un compuesto de azúcar y proteínas. Gracias a esa capa adhesiva los huevos se adhieren a distintos objetos dentro del agua y se desarrollan separados uno de otro. Los huevos no maduros no tienen esa capa y los “huevos secos” no son adhesivos, porque la adhesividad se adquiere sólo después de entrar en contacto con el agua. La adhesividad es especialmente fuerte al principio y puede desaparecer con el tiempo. Varía, además, entre las distintas especies. Es muy débil en el lucio, relativamente fuerte en los ciprínidos y el lucioperca y muy fuerte en el siluro. Esas diferencias pueden deberse a una distinta composición química de la sustancia adhesiva en los diferentes grupos de peces. Se sabe que el agua salada no activa la adhesividad de los huevos de carpa y que la carbamida y la guanidina disuelven el material adhesivo que recubre la superficie del huevo. Con la sal común, la sustancia adhesiva no pierde su adhesividad; lo que sucede es que queda inactivada. Si se ponen los huevos en agua dulce, se aglutinan entre sí, debido a la activación de la sustancia adhesiva o de lo que queda de ella entre los huevos. Por ello, para eliminar la sustancia adhesiva es necesario lavar bien los huevos con una solución de sal-carbamida durante la fase de dilatación. Otro procedimiento, más sencillo y mejor, consiste en lavar rápidamente los huevos con una solución de tanino poco concentrada cuando ha terminado la dilatación. El tanino desnaturaliza todos los compuestos proteicos y elimina inmediatamente la adhesividad.

 

De ordinario se aplican ambos métodos. Para empezar, se lavan los huevos varias veces durante el período de dilatación con cantidades cada vez mayores de solución de sal-carbamida (solución fertilizante) y luego se lavan tres o cuatro veces en una solución de tanino.

 

Como el tanino detiene además la dilatación de los huevos, debido a su acción desnaturalizadora de las proteínas de la superficie del huevo, se aplica sólo cuando la dilatación se ha completado.

 

Fertilización de huevos adherentes. El huevo ovulado que cae en la cavidad ovárica no ha experimentado más que la primera división meiótica. La segunda división meiótica se producirá solamente cuando penetre el espermatozoide y terminará con la extrusión del segundo cuerpo polar. El espermatozoide que penetra en el huevo a través de la micropila pone en movimiento otros procesos, como la extrusión del segundo cuerpo polar y el desarrollo del pronúcleo femenino, que tiene sólo la mitad del número de cromosomas (n). El pronúcleo femenino se fusiona luego con el pronúcleo masculino, que tiene también solamente la mitad del número de cromosomas (n) y se forma así la primera célula somática (2n) del nuevo pez. Se completa de ese modo el proceso de fertilización.

 

El tiempo durante el cual el huevo maduro puede ser fertilizado con éxito es bastante limitado. Ello se debe a que, al entrar en contacto con el agua, el huevo empieza a dilatarse y se cierra la micropila. En el caso de la carpa común y las carpas chinas, el cierre de la micrópila se produce a los 45–60 s. Así pues, el tiempo a disposición del espermatozoide para penetrar en un huevo se limita, en la mayoría de los peces, a pocos minutos.

 

A la hora de decidir qué cantidad de agua o de solución ha de añadirse a la mezcla de productos sexuales hay que tener gran cuidado. Si se añade demasiada agua, es probable que muchos espermatozoides no encuentren la micropila. Por otro lado, si el agua no es suficiente, la micropila de un huevo puede quedar cubierta por otro huevo o por el mucus del ovario, y los espermatozoides, cuya vida es muy breve, no tendrán tiempo de entrar en el huevo y fertilizar. Y ello a pesar de la presencia de innumerables espermatozoides en el licor seminal: 10 000–20 000 millones en un cm 3 de semen.

 

El procedimiento que se describe a continuación es adecuado para la fertilización y manipulación de los huevos de carpa. Puede verse un diagrama en la Figura 25 (a-c).

 

La adición de agua a la mezcla de huevos y semen de carpa común hará que los huevos se adhieran unos a otros en pocos segundos, formando una masa. La dilatación de los huevos y su desarrollo resultará dificultades y los huevos morirán pronto, por no poder conseguir oxígeno. En cambio, con el empleo de una solución fertilizante se asegurará la fertilización de los huevos y su desarrollo: los huevos no se adherirán unos a otros mientras se remueven (cosa que ha de hacerse suave y continuamente) y los espermatozoides se activarán y se moverán rápidamente. Se ha visto que los espermatozoides mantienen su virilidad por mucho más tiempo en una solución de carbamida-sal (20–25 min) que en agua (1–2 min).

 

La solución fertilizante se prepara disolviendo 30 g de carbamida (urea) y 40 g de sal común (NaCl) en 10 l de agua de estanque limpia (preferiblemente filtrada).

 

La solución se añade a los huevos en cantidad equivalente al 10–20 por ciento del volumen de huevos que ha de fertilizarse. A continuación se remueve la mezcla con una cuchara de plástico o una pluma durante 3–5 min, para permitir que los espermatozoides penetren en los huevos a través de la micropila y se realice la fecundación. Luego se sigue removiendo la mezcla con la mano. Una persona puede revolver dos cuencos, si lo hace continuamente, o 4–6, por rotación.

 

Los huevos absorben la solución sin sufrir daño alguno y comienzan a dilatarse. Es preciso añadir a intervalos cantidades mayores de la solución, eliminando al mismo tiempo parte del líquido con el material adhesivo disuelto de la cubierta de los huevos.

 

Los huevos de carpa común se dilatan hasta alcanzar un tamaño diez veces mayor que el original. Por tanto, en un cuenco de 3 l no deben ponerse más de 0,3 l de huevos secos para que haya espacio suficiente para la dilatación.

 

Al cabo de 1 h o 1,30 h, la dilatación de los huevos llega a término y la capa adhesiva que recubre los huevos se disuelve. Pero aún entonces, los huevos, si se ponen en agua, pueden tender a aglutinarse, debido a la presencia de restos de sustancia adhesiva entre ellos. Para eliminar la sustancia adhesiva completamente es necesario lavar los huevos dos o tres veces con la solución fertilizante. Al verter el líquido, arrastrará consigo la mayor parte de la sustancia adhesiva. Luego se pasan los huevos a una segunda solución, preparada con 5–8 g de tanino en 10 l de agua, que ha de prepararse cada vez inmediatamente antes de su empleo.

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Se echan en un cubo de plástico 2–4 l de solución de tanino y 2–3 l de huevos dilatados, como máximo. Después de remover durante 3–5 s, se añade al cubo agua limpia. Una vez que los huevos se han depositado, se elimina el líquido, preferiblemente utilizando un colador. Por precaución, se echa luego en el cubo una cantidad menor (1–2 1) de solución de tanino y, después de remover la mezcla un momento, se añade de nuevo agua limpia, para terminar eliminando todo el líquido, como la vez anterior. El tanino puede ser perjudicial si permanece mucho tiempo en contacto con los huevos. Por ello es preciso lavar los huevos varias veces con agua limpia o colocarlos inmediatamente en las incubadoras y lavarlos en ellas. Si la cantidad de tanino no es suficiente para el volumen de huevos tratado, se observará una ligera aglutinación entre los huevos, que, de todas maneras, podrán separarse a mano.

 

El mismo procedimiento puede emplearse para eliminar la capa adhesiva de los huevos de tenca (Tinca vulgaris), aspio (Aspius aspius), brema (Abramis brama) y otros ciprínidos.

 

Fertilización de huevos no adherentes. La ausencia de una capa adhesiva alrededor de los huevos hace que la fertilización y manipulación de los huevos no adherentes sea una operación mucho más sencilla. Basta utilizar agua limpia y no se necesita ninguna “solución fertilizante”. También en este caso para facilitar la fertilización, ha de añadirse agua en cantidad equivalente a un 10–20 por ciento del volumen de los huevos “secos”. El proceso dura unos 5 min, durante los cuales es preciso remover los huevos continuamente. Luego se pasan los huevos a las incubadoras, teniendo cuidado en no poner más de los que pueden encontrar cabida en cada recipiente, sin olvidar que se dilatan hasta alcanzar un tamaño 40–60 veces mayor que el original (Figura 26). Algunos piscicultores prefieren dejar los huevos en el cubo hasta que termina la dilatación y pasarlos sólo entonces a las incubadoras, pero con ese procedimiento algunos huevos pueden resultar dañados. Por ello es mejor y más conveniente pasar los huevos no adherentes a las incubadoras inmediatamente después de la fertilización, antes de que empiece la dilatación.

 

Función de la solución de carbamida como catalizador de la fertilización. Se ha observado que los espermatozoides conservan su movilidad más tiempo en una solución de carbamida que en agua dulce natural. Los espermatozoides de carpa pueden fertilizar un huevo después de haber estado durante 20–25 min en una solución de carbamida. Así pues, su viabilidad o vida en una solución de carbamida es 10–20 veces mayor que en agua dulce natural. Por ello se considera que esa solución es un catalizador de la fertilización. Además de prolongar la viabilidad de los espermatozoides y aumentar así el índice de fertilización, la solución de carbamida ayuda a disolver las sustancias que obstruyen la micropila de los huevos. En el caso de lucio (Esox lucius), con el empleo de una solución de carbamida (16 g de carbamida en 1 1 de agua) se consiguió un aumento del índice de fertilización de hasta el 80–90 por ciento.

 

La concentración óptima de la solución de carbamida es diferente para las distintas especies de peces. Conviene, pues, determinar la concentración óptima para cada especie que interese, comprobando la viabilidad de los espermatozoides con soluciones de carbamida de diferentes concentraciones. Una concentración en la que los espermatozoides se muevan con vigor durante unos 10–15 min puede considerarse óptima. Con la mayoría de los peces cuyos huevos se fertilizan artificialmente, el uso de una solución fertilizante de carbamida en lugar de agua pura promete mejores resultados. Un efecto catalizador análogo se ha observado, en el lucio, con una solución de sal común.

 

4.3.4.2 Dilatación de los huevos

 

Cuando entran en contacto con agua o con una “solución fertilizante”, los huevos maduros se dilatan.

También se dilatan los huevos excesivamente maduros y los que sólo han completado la fase de preovulación, pero la dilatación no es tan grande como en los huevos maduros. Los huevos maduros no fertilizados, en cambio, se dilatan normalmente. Es evidente, pues, que la fertilización no es necesaria para la dilatación de los huevos. Cuando el huevo empieza a dilatarse, se cierra la micropila y, por tanto, ningún espermatozoide puede ya penetrar en el huevo. En los huevos de carpa común y de carpas chinas, la micrópila se cierra al máximo 1 min después del contacto con el agua. Ello quiere decir que los huevos de esas especies no disponen, para ser fertilizados, más que de 1 min desde el momento en que entran en contacto con el agua. Por ello, es preciso mantener los huevos secos durante el desove artificial.

 

Los huevos constan de i) una masa central o germen, ii) el espacio perivitelino, y iii) la membrana o cubierta del huevo. La masa central contiene el vitelo, grasas, etc., y las células en división. En el núcleo pueden distinguirse dos polos: el polo animal o germinativo, y el polo vegetativo o vitelino. En el polo animal se halla el núcleo de la célula, que para entonces tiene ya el número normal de cromosomas, igual que cualquier célula somática. Alrededor de la masa central del huevo se encuentra el llamado espacio perivitelino, ocupado por el líquido perivitelino, que contiene proteínas disueltas. El huevo está rodeado de una membrana o cubierta, que consta de una, dos o tres capas, según la especie de peces. El espesor, dureza y otras características de la cubierta del huevo varían también según la especie. El tipo de incubadora, pues, habrá de escogerse teniendo en cuenta la naturaleza de la cubierta o membrana del huevo.

 

Los huevos de algunos peces son muy delicados y se rompen fácilmente, echando a perder. Los de otros, en cambio, son muy duros y son difíciles de romper incluso apretándolos entre los dedos (por ejemplo, mahaseer)

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Figura 22. Sutura de la carpa común

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Figura 23. Técnicas para la obtención de productos sexuales

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Figura 24 Equipo necesario para el desove y la fertilización artificiales

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Figura 25a. Propagación artificial de la carpa común – I

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Figura 25b. Propagación artificial de la carpa común – II

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Figura 25c. Propagación artificial de la carpa común – III

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Figura 26. Procedimiento para tratar los huevos no adherentes

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